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LA VOCACIÓN MISIONERA ENTRE LOS CAPUCHINOS ESPAÑOLES 437 la actitud que adoptaban esos « religiosos graduados » adversos a las vocaciones misioneras. Tal prejuicio venía de muy atrás en la Orden capuchina y costó trabajo superarlo cuando, en 1645, sonó la hora de la evangelización en las provincias de España. Fue éste el motivo principal de que la Orden no se propagara en el Nuevo Mundo. Había que volver, por consiguiente, a crear un ambiente propi– cio al ideal apostólico en las comunidades. A ello obedecieron una serie de cartas pastorales, algunas de las cuales han llegado hasta nosotros por haberse distribuido impresas, en las cuales los provin– ciales trataban de acreditar la labor evangélica en América y de estimular a sus súbditos a ofrecerse para la empresa. Por lo general se trata de documentos faltos de calor, redactados en tono acadé– mico e impersonal, hinchados de citas y de fraseología convencional, muy a tono con el gusto de la época. Un ejemplo nos lo ofrece la que en 1783 dirigía el provincial de Aragón, P. Bruno de Zaragoza 21 • Pero quienes mayor actividad desplegaron en este sentido fueron los provinciales de Andalucía. El P. José Félix de Sevilla, que go– bernó por dos veces la provincia, había dirigido ya tres circulares a sus religiosos sin lograr moverlos a dar sus nombres para la expedi– ción que urgía preparar con destino a la misión de Los Llanos. En febrero de 1771 el Consejo había concedido el reclutamiento de seis misioneros; doce años más tarde no se contaba aún con un solo nombre, no obstante haber andado por los conventos el mismo pro– curador de la misión en persona 22 • En vista del fracaso, el provincial pidió la ayuda del hombre que mejor que nadie sabía manejar los resortes de la elocuencia, y le encomendó la redacción de una nueva circular. La intervención del beato Diego José de Cádiz en el asunto ofrece especialísmo interés y nos brinda ocasión de detenernos a examinar su mentalidad misional. Recordando los orígenes de su vocación, refería a su director espiritual, el P. González: « Todo mi afán era ser capuchino para ser misionero y santo; y así me entretenía, para divertir mis ansias, en cortar o formar de papel capuchinos con la cruz en la mano en acción de predicar... » Y decía a sus hermanitos: « Este es Pepe Caamaño predicando en el Japón » 23 • Siendo diácono pidió ser en– viado a las misiones de América, pero no fue atendido su deseo. 21 Carta pastoral ordinaria. Sistema de la caridad directivo en el exercicio apostólico de los RR. PP. Misioneros Capuchinos de la Provincia de Aragón. Por el P. Bruno de Zaragoza, Provincial. Zaragoza, Oficina de la Viuda de Francisco Moreno, 1783 (ejemplar incompleto en la biblioteca del Colegio de Teología de los capuchinos de Pamplona). 22 Cf. FROILÁN DE RIONEGRO, Misiones..., 214s. 23 SEBASTIÁN DE UBRIQUE, O.F.M.Cap., Vida del Beato Diego José de Cádiz I, Sevilla 1926, 8s.

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