BCCCAP00000000000000000000855

374 VALENTÍN DE SOTO « Aunque el volumen no es crecido, la destreza del autor por la mucha comprehensión de las doctrinas morales les sacó la médula » 109 , pues « en breves hojas instruye perfectamente, y dilucida con claridad, razones y autoridad lo más principal de la teología moral » 110 • En cuanto al estilo, la forma de expresión es llana y fácil, unida a una cierta agilidad que hace agradable la lectura; en esto, por intrin– cados que sean los problemas a tratar, sale siempre airoso. Sólo cuan° do se siente un poco liberado del molde tradicional de exposición, pierde en parte esta cualidad, y asoma entre líneas el predicador de palabra fácil 111 • Especial gracia y animación cobra la narración, cuan– do se trata de confirmar experiencias de la vida 112 • Contrasta en cam– bio con lo dicho el estilo que usa en las dedicatorias, donde da rienda suelta a los juegos y modas literarias de la época. A veces se trata de un zurcido de vocablos y de atrevidas imágines, que hoy no podemos leer sin que nos exciten a la hilaridad. Casi sin excepción encontra– mos algo parecido en las aprobaciones y dedicatorias del tiempo. El mismo P. Torrecilla, coetáneo del P. Corella, comenzaba así algo tan serio como un memorial dirigido al Santo Padre, en defensa del Tribunal de la Inquisición de Portugal: « Suspiros tristes, sollozos amargos, ayes lastimeros, y clamorosos ba– lidos del rebaño católico lusitano, a su Padre amantísimo y vigilan– tísimo Pastor Inocencia undécimo » 113 • Como algo muy característico del P. Jaime, que le da un colorido especial a la narración, debemos señalar los ejemplos. Necesarios a veces para hacer mejor comprender un determinado concepto, reve– lan además a un autor tan lejos del sabio de gabinete, cuanto muy en contacto con las cosas y problemas reales de la vida. A buen seguro que si alguien quisiera ampararse en la dificuldad y aridez propias de 109 Cf. Conferencias morales I, Aprobación del M.R.P. Vicente de Corella. 110 [bid., Aprobación del P. Miguel de Santo Domingo. 111 Es así como pone de relieve los graves inconvenientes que existirían en que el confesor impuro absolviera a su cómplice: « ¿Cómo le persuadirá entonces al amor divino el que antes le ha introducido en el amor humano? ¿Cómo llorará sus culpas el penitente a vista del ídolo, a quien ha entregado sus afectos? ¿Cómo rozándose el acero con el pedernal no saltarán llamas sensuales que abrasen el alma?» (Práctica del confesonario I, 230 n.19). 112 He aquí un retrato bien gráfico y realista de los soldados de su tiempo y de todos los tiempos: « Gravísimos suelen ser los insultos que los soldados cometen, singularmente los bisoños, que piensan que el entrar en la milicia es entrar a una vida licenciosa, sin Dios, ni conciencia: los robos, los daños e injusticias que hacen, son muchos; las torpezas y sensualidades son vulgarísimas en ellos; y es horror oir las blasfemias, juramentos y execraciones que exhalan sus perniciosas lenguas... Todo lo cual me lo ha enseñado la experiencia» (Práctica del confesonario II, 355 n.6). 113 Consultas II, 3.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz