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JAIME DE CORELLA ESCRITOR MORALISTA 373 en el siglo XVI, decía Tomás de Mercado que « para escribir en latín basta un hombre docto, mas para en romance es menester ser doc– tísimo y prudentísimo » 104 • A pesar de todo el P. Jaime opta al fin por la lengua vulgar. « Habiéndolo pesado con otros inconvenientes notorios que por de– cencia no expreso, y que ningún discreto ignora, he hallado ser de menos tropiezo que las pueda leer alguno [ciertas materias morales] a quien no importa, que el que no puedan entenderlas muchos que por obligación deben saberlas » 105 • La observación es significativa; fue pues la deficiencia de instrucción en el clero lo que influyó a la postre en su decisión. Por otra parte quedaban obviados hasta cierto punto los inconvenientes, haciendo uso del latín en las cuestiones más delicadas 106 • El traductor al italiano no es tan explícito. Sus preferencias por el idioma vulgar no residen en el hecho de que el latín « no lo hubieran entendido los confesores, sino en que no lo hubieran estudiado»; se trataría del miedo a una lengua que no se domina. Es así como se decide a presentar la Práctica del confesonario en italiano « más gustoso porque es más claro, y más al natural con la práctica » 107 • En ocasiones hace asimismo uso del latín, si bien añade « que no daña a la inocencia el conocimiento del mal... », antes bien sabrían explicar los penitentes en el confesonario lo que « saben muy bien cometer», librando a los confesores de la pesada carga de « entrar con gran riesgo en interrogaciones de materias demasiado repugnantes para la limpieza de su espíritu » 108 • El P. Jaime aspiraba a tener el mayor número posible de lectores; para ello, como eligió la lengua vulgar, procuró también no ser exce– sivamente difuso. Llevado de esta preocupación sabe orillar prolijida– des innecesarias, resume brevemente cuestiones que en otra parte tiene tratadas con amplitud, reduce a breves líneas los resultados de largas discusiones, y, sobre todo, es preciso, exacto, como si pesara las palabras, en la exposición de los conceptos. Todo ello sin que sufra la claridad y suficiencia con que aborda los diversos problemas. Los censores han hecho resaltar con insistencia este nuevo aspecto de los escritos del P. Corella: 10 4 Cf. P.M. AnELLÁN, S.J., Una moral para comerciantes en el siglo XVI, en Miscellanea Comillas 15(1951) 89 nota 20. 105 Práctica del confesonario I, ed. Barcelona 1695, Prólogo. 106 El P. Corella añade la razón: « Porque en la lengua vulgar faltan términos de– centes para escribirlo » (Práctica del confesonario I, 79 n.107). 10 7 Pratica del confessionario I, p.IV . 10s !bid., p.V.

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