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INTR.ODUCCION ENCU;ENTRO DE° QOS ALMA..S El 2 de diciembre de 1908 se. apeaba en la estación de Valladolid un religioso capuchino. Ni siquiera sabía que en la calle de la Con– cepción, de dicha ciudad, existiera una Comunidad de Concepcio– nistas Franciscanas. Lo supo por casualidad y se presentó en la grada. En el locutorio reinaba un profundo silencio amantado de penumbra .y de misterio .. Y aquel silencio, tan característico de los conventos de monjas, fué interrumpido por una voz femenina; que con dificultad ocultaba su emoción. · -Ave María Purísima-dijo la religiosa al. descorrer la cortina de la reja. ~Sin pecado concebida-respondió el religioso-. Segur~mente que ustedes no conocen a los Padres Capuchinos, pues apenas vienen por aquí. -En efecto, son pocos los que conocemos. -Pues yo, hallándome de paso en Valladolid y habiendo sabido que éste era un convento de la Orden, he querido subir a saludarlas. El diálogo se interrumpe. La religiosa pide de rodillas la qendi– ción al desconocido religioso. Después de recibirla 1 le invita a sentar– se, preguntándole al mismo tiempo : -¿ Quién es V. R.? ¿ De dónde viene? ¿ Qué busca en Vallado– lid ? ¿_ Cómo se llama, si es que puede saberse? . Desconcertado por esta serie de preguntas, que p~recían atrope– llarse unas a otras y que en un principio atribuyó a curiosidad de mon– jas,. sin saber, casi por cuál comenzar la contestación, pues deseaba a todo trance conservar el incógnito, el religioso respondió : -Soy un pobre .;fraile, que va corriendo el mundo ;· vengo de Sa~
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