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CARTA I, 7 JULIO I9lt.i 15 ese .estado mientras V. R. no 1ne conozca bien, he aquí el porqué me aflige tánto esta idea de no .ser suficientémente conocida de V. R. Procuré alentar mi desmayo con la confianza de que V. R., en cum" plim:iento de su deber, procurará examinar mi espíritu y sondear los senos de mi alma hasta adquirir un conocimiento exacto de lo que soy ante Dios, he sido y quiere Dios que sea, y que de este modo veré satisfechos mis deseos. Empero viendo que yo soy tan desgra– ciada que cometo todo género de pecados con más facilidad que nadie y no sé confesarme ni puedo ni he podido nunca, como tam– poco traducir mi alma a los Ministros de Dios,· como quiere el Señor que lo haga, volví a· p6Í1erme triste, perdiendo las esperanzas de conseguir lo que anhelo. 6.-Subió de punto esta tristeza con la idea de que todo lo que hab_ía hablado con V. R. dentro y fuera del confesonario es una pura vanidad, hija de mi soberbia, la que me hace hablar lo que debiera callar y callar lo que debiera manifestar a mis Padres Espirituales. Mas esto duró poco. Luego, y era ya media tarde, me vi a mí misma cual si fuera un alma que ha recon'ido una larga jornada en compañía de Dios, recibiendo mil favores de su infinita b_ondad a diario y sin interrupción, pero sin adquirir ningún mérito; un a_lma para: quien el mundo ha .sido un paraíso, en el cual ha gozado de la posesión ele Dios, bien infinito. Mas, ¡ ay de mí!, pues me vi como un alma que ha poseído a Dios, pero que no lo posee al presente, y que no lo poseo por mi falta de correspondencia a sus bondades, por el abuso de las gracias recibidas y por los pecados y desórdenes que en justo castigo de este abuso y falta ele correspondencia ha permitido el Señor que cometa ; cuyos pecados me pareció era necesario confesar, hacien– do de ellos una dolorosa confesión general para convertirme ele nuevo a Dios y comenzar nuevamente la carrera de mi vida espiritual, para después ele recorrer otra larga carrera, conseguir la gracia de la unión divina por la que tanto suspiro. Propuse hacer esta confesión general la primera vez que V. R. vuel– va a Valladolid ; pero recordando que esto mismo pensaba hacer cuan– do vino y yo no lo hice, y 6J.Ue siempre que intento hacer esta confe– sión general me pasa lo mismo, porque no sé confesarme, me puse a mirar a vel'. si hallaba otro medio más fácil que la confesión para convertirme a Dios; empero no lo hallé. Entonces, considerándome

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