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14 CORRESPONDENCIA DE LA M. ÁNGELES CON EL P. MARIANO bienes verdaderos .o aparentes que me. obliga a reconocer en mí, des– precie a Dios con amarme a mí misma. Mucho siento tener en mi alma a este maligno espíritu, que no me deja un momento en paz. Cada vez que él se levanta, procuro yo también levantarme con mi voluntad, no para discutir con él, que no quiero ni siquiera mirarle, sino para hablar al Dios de amor que mora conmigo en el santuario de mi alma y decirle: .«No le hagas caso, Señor, ni te disgustes con– migo por lo qu; oyes hablar a. ese infame enemigo, quien, aunque parece que soy yo, no soy yo, pues. no quiero nada de lo que él me indica. Haz que calle; y si no quiere, arrójale de aquí y que nos deje en paz, pues no hace más que perturbar los silencios de nuestra comunicaciónn. Mas, ¡ ay de mí!, son tantas las veces que sale de su tumba este monstruo infernal y tan astuto en sus sugestiones, que no siempre le rechazo, cuando menos tan pronto como debiera; es por esto .que temo que el Dios de amor, que está presente a todo en mi alma, me castigue con una de esas caídas que incapacitan al a.lma para volverse a levantar. Vuestra Reverencia puede librarme a mí de este. maligno enemigo, o cuando no, sí que puede sepultarle de mane– ra que no salga de su tumba con la frecuencia que lo hace. Dios se lo pagará, a quien prestará un gran servicio con arrojar de su pre– sencia a este enemigo suyo, para que sólo El reine en mi pobre alma. 5.---,-Hasta la fecha no he podido seguir el orden de las meditacio– nes establecido para la Comunidad en estos santos Ejercicios, ni si– quiera atender a la lectura de las. mismas. Para poder hacerlo, me hubiera sido preciso cambiar de estado y lugar, y no podía, pues mi entendimiento no estaba en condiciones de cambiar de impresiones ; es por esto que me dejé llevar del espíritu que me guía. Mas no por esto he dejado de padecer los angustiosos efectos de las meditaciones de la semana dedicada a la vía purgativa, aunque por ·otro medio distinto del que señala S. Ignacio, pues Dios no necesita libros para purificar mi alma de sus vicios y pecados ; y al efecto el día primero de los santos Ejercicios me sentí dominada de una profunda tristeza, hija de una firme convicción de .que V. R. no conoce el fondo de maldad que encierra mi alma. Idea que me afligió más que todos los sufrimientos físicos y morales que soy capaz de. padecer en estado de gracia, o sea de íntima unión con Dios, que es el estado por el cual yo tanto suspiro. Y como he aprendido que no me veré colocada en

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