BCCCAP00000000000000000000852

XLIX. CUENTA DE CONCIENCIA 1 MARZO-MAYO 1911 325 y con .El con Dios Padre, a que tiene destinada mi alma, me invi– taba a que me fuese a El, y que ponía a mi disposici6n el paraíso, o sea la inmensa dicha de vivir de una misma vida de amor y d~ gloria con Dios mediante la identificaci6n de mi alma con su Divi– na Persona Humanada en su vida gloriosa ~n el cielo. ~as yo, re– conociéndome indigna de poseer dicha tan grande, la necesidad que tenía y tengo de padecer y morir místicamente y aniquilarme por completo para merecer dicha tan grande ; . y deseando por otra parte reproducir en mi alma la vida, pasi6n y muerte de Jesús antes que su vida gloriosa, etc., pedí a Jesús esta gracia, diciendo que deseaba mucho, sí, identificarme con El y viv.ir de su vida divina, pero pa– ciente, no gloriosa, pues tenía una necesidad muy grande de vivir de. una misma vida de amor y de sufrimiento con El, para después vivir de su vida d~ gloria. Entendí que Jesús, accediendo a mi peti– ci6n y deseos, decía que me diese prisa ª· morir a mí misma y re– producir en mi alma su vida paciente, mostrándome los vivos deseos que tenía de verme colocada cuanto antes en el estado que me había indicado. Y con esto desapareci6 la visi6n, cuyas especies aún conserva mi alma y han. sido desde entonces el objeto principal de mi contem- placi6n. · Continué largo rato en el claustro abismada en las ideas que había concebido en la visión,, sobre todo en aquel amar de Dios Padre a las almas con el mismo amor con que ama a su Hijo Unigénito y ambos al Espíritu Santo, y aquel ser el mundo cosa propia de Dios, como lo es el .Espíritu Santo, como lo es el Verbo, como l.o es Dios, etcétera, que fué lo que más me conmovió y conmueve al presente, y ser yo este mundo que Jesús me indicaba había sido. y era tan amado de Dios. A las cuatro y· media, o cinco, fu'í al coro, y en él rezando los Maitines, al cantar los responsorios de las lecciones, des– de el primero que canté pude comenzar a contemplar a Jesús en los misterios de su Pasi6n, aunque sin perderle de vista en el cielo, ·pues las especies de la visi6n é ideas concebidas en ella las tenía más pre~ sentes y más vivamente impresas en mi mente qué los misteri9s de la pasión que contemplaba. Durante la noche y día siguiente (vier– nes) procuré acompañar a Jesús en su pasi6n y muerte, pero no sé de qué manera, pues aunque tenía a la vista a Jesús en los misterios

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz