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XLIX. CUENTA DE CONCIENCIA, MARZO-MAYO 191 I 319 hombre y saber compadecerme de El. La quinta vez, para revelarme los secretos de un corazón que fraguaba perversos designios contra mí y las debilidades de otro y alentar.me a sufrir. La sexta, ¡ fué tan larga la visita !, ¡ me reveló tantas cosas !, ¡ me proporcionó tantos consuelos !, que no sé qué decir. . 14.-Era Domingo de Pasión, 2 de abril. Antes de venir a' visi– tarme, .muy de mañana, me mandó a decir por su mensa jeto. celes– tial (que no tuve el gusto de saber quién era, porque no lo vi) que tenía pensado invitarme aquel día para concederme un favor singu– lar y que yo más deseaba, que me preparase con el recuerdo o me– moria de otro que en igual día (Domingo de. Pasión) me había dis– pensado el año 1990 (1). Como este favor que me mandaba recordar el Señor había recibido estando comiendo o cenando no sé qué en refectorio, @yendo leer el Evangelio del citado día : «¿ Quién de vos– otros podtá convencerme de pecado? (2). Yo no soy endemoniado, sin.o que honro a mi Padre y vosotros me deshonráis a mí)) ... , sentí así .como deseo ·de leer este Evangelio, pero no lo hice por falta de tiempo o por estar ocupada el alma en el mismo Jesús, que deseaba ver o hablar en la lectura del Evangelio. Estando con estos deseos en la celda priora!, a media mañana, s~ hizo Jes1'.is presente a mi alma no sé dónde, sólo sé que fué en un lugar situado muy lejos de la celda eu que estaba, ·pero muy próximo a mi alma. «¿ Te acuer– das-me dijo-la terrible tribulación en que estaba sumida tu. alma tal día como hoy... , con qué bondad te absolví de to.dos tus peca– dos, tranquilicé tu espíritu y los misterios que te revelé acerca de mi bondad con los hombres, de la ingratitud y desprecios. de que fuí objeto por parte de éstos?)) «Sí, Señor-contesté yo:-; recuerdo per– fectamente todo, y también la impresión que me produjo veros tan maltra,tado de los hombres y la estupidez, insolencia y ceguedad de 'los judíos, escribas y fariseos, que os llamaron endemoniado. y tantas sandeces, siendo el Hijo Unigénito de Dios t'» Al decirle esto, me reveló Jesús las molestias y grav~s persecuciones que había sufrido de los hombres los. tres años de su vida pttblica, el desprecio y los malos juicios que .hacían de El, etc., etc., etc., y de un modo espe– cial lo mucho que había sufrido lo~ últimos días de su vida mortal, (1) .Véase la Aut'obiografia, p. 166. (2) Joan., VIII, 6.

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