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XLIX'. CUENTA DE CONCIENCIA, MARZO-MAYO 191 l 317 mismo, elevándose a Dios cual pájaro en rápido vuelo, se arrojaba y abismaba en El y allí, en el seno. de Dios, hacía y disfrutaba lo que no se puede explicar, como tampoco puede hacerse notorio a los hombres en este mundo la naturaleza de los bienes q~e hay en Dios y' la grandeza del amor de este Dios a sus criaturas. 12.-Este modo de ver y tratar a Dios era lo más continuo y prin– cipal; al que se agregaba otro de ver a Dios presente en todo lugar, de tal manera, que si fijaba mi vista en un árbol, allí veía a. Dios; si en el tejado del convento, lo mismo, pues en todos los objetos visi– bles veía· a Dios, próduciendo su presencia divina en mi alma efectos tan divinos, que me parecía el mundo un cielo, un paraíso, y la crea– ción entera un espejo en el cual veía retratado Al Creador, mejor di– cho, cada una de las criatµras ; cada objeto visible y sensible, una custodia, en la cual está expuesto noche y día a la adoración de las almas y de un modo especial de· 1a mía, la Majestad infinita de Dios Trino y U no·. Mas este modo de ver a Dios en las obtas de la crea– ción. y objetos visibles no era nuevo en mí, ni se terminó tampoco, pues aun el día de hoy goza mi ·alma de este singular favor de ver a Dios presente en todo lugar, siempre que yo no tengo ocupado el pensamiento en alguna cosa que me preocupa mucho, aunque esté sufriendo lo indecible, cuyos sufrimientos endulza. de tal manera esta presencia de Dios, que pueden mejor llamarse goces y delicias que penas y sufrimientos, p·ues ante Dios todo. sonríe y deleita al alma, aun el tiempo mismo en que ésta se halla sumergida en un mar de penas en la parte inferior. Pero también gozaba de la vista y presen– cia de Dios en mi pobre alma, donde me" parecía muchas veces ver a Dios con una majestad y soberanía infinitas al mismo tiempo que con un agrado y amabilidad tal, que me atraía hacia sí como un padre cariñoso atrae a su hijo pequeñuelo cuando le acaricia y regala e invita a. que vaya a él. Y más de una vez me ha parecido ver a mi alma (en una habitación o especie de cielo que existe 'en la misma) abrazada y unida estrechamente con Dios, unas veces con Dios Pa– dre, otras con Dios Hijo y otras con el Espíritu Santo, y muchas con todo 1'ios, y muchas 'más con el mismo Dios en la Divina Perso– na del Verbo Humanado Jesucristo nuestro Dios, quien se hace pre, sente y deja ver en mi alma bajo diversas formas, aunque siempre como un Dios de amor.

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