BCCCAP00000000000000000000852

316 CORRESPONDENCIA DE LA M. ÁNGELES.CON EL P, MARIANO Vos, viva de una misma vida de amor y de gloria con Vos ya desde esta vida!» Mucho más tenía que hablar sobre esto, pero me canso ya de es– cribir, y porque siend~ Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y las ele– vaciones de mi alma y actos de amor e identificación de la· misma con El el cántico siempre antiguo y siempre nuevo de esta pobre cria– tura, potierme hablar de los misterios divinos de amor y de gloria contenidos en él sería cosa de nunca acabar. Cuando vayamos al ciP– lo, Padre mío, allí se lo contaré lo que aquí quisiera decir y omito por brevedad. 11.-El día 31 de marzo, me parece, a la visión del Ni.ño Dio~, etcétera, que dije (o especies de la visión), se agregó otra, mejor di– cho, otras sin número, de Jesús en su edad mayor, el cual tuvo la inmensa bondad de visitar a mi alma con incomparable agrado y ternura y amigable confianza y bondad bajo una forma encantdora (pero siempr~ Dios, aunque vestido de carne humana), con el fin: 1.º, de prepararme y alentarme para la próxima persecución que me te~ía reservada, no tanto la malicia humana cµanto su infinita bon– dad; 2.º, de consolarme, mejor dicho, consolarnos mutuamente, y después ... no lo puedo decir, ni lo sé tampoco. ; Ay, Dios mío! ¿ Y cómo me explicaré yo en adelante para dar a conocer a mi Padre lo ocurrido en mi alma desde el citado día 31 de maqo, si no sé ha– blar? Además, ni sé tampoco si fueron visitas de Jesús o figuracio– nes mías. Si acaso fueron esto último, no estará de más que me ab– suelva de tan horrendo pecado, y pida, amadísimo Padre mío, a mi Dios que me perdone, y· V. R. no se deje engañar de mí, que ya sabe lo que soy. Mi alma, por aquel tiempo, se hallaba en un estado en el cual más gozaba que 'padecía, si es que sufrí algo, que me parece que no. Su ocupaciól) primera y principal era amar a Dios y unirse a El me– diante este amor, abismándose al efecto en el mismo Dios y en Jesu– cristo su Divino Hijo de mil maneras, que no me detengo a declarar por no hacerme interminable. Para esto Dios Nuestro Señol', hadén– dose presente en mi alma en un lugar encumbrado, que ni estaba situado en el cielo ni tampoco en la tierra, me llamaba e invitaba amorosamente que fuese a El, concediéndome ::il mismo tiempo fa- . cultad o gracia para hacerlo ; y mi alma, que ardía en deseos de esto

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz