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XLIX. CUENTA DE CONCIENCIA:, MARZO-MAYO 191 I 313 celebró a presencia mía no sé si el Angel de su· guarda o S. Miguel (pues Ministro visible yo no vi), se repitió en rrii alma fa agonía y 'despojo de la ·noche anterior, produciéndome los. mismos efectos física y moralmente, y lo que es más, por medio de V. R. El cómo yo no lo sé. Lo que sé de cierto es, que desde entonces está mi alma puesta en las manos de V. R. como el· corderito destinado al sacri– _ficio y la víctima colocada sobre el altar en el acto de la inmolación, sufriendo muchas congojas y agonías de muerte, penas muy gran– des producidas por el recuerdo ya de una, ya de otra frase dirigidas por V. R. verbalmente o por escrito, cuyo recuerdo hiere y lastima mi alma más que a la víctima el golpe fatal de muerte que hace caer sobre la misma el verdugo por primera y última vez. Pero es una pena y agonía que abraza con gusto mi alma, y por esto besa no sé si el cuchillo o la mano· de quien la h.iere, como me aconsejaba que hiciera en la carta que me escribió la semana de Pasión del año pa– sado, de cuya carta nada recuerdo ni nece5.ito recordar tanto como de este consejo de que procurase imitar a los corderitos que lamen el cuchillo que les ha de quitar la vida. Así lo hago, y con gusto, pues comprendo la necesidad suma que tengo de p:1decer estas penas y estas agonías para llegar al estado que Dios quiere,· y como siento esta suma necesidad, apenas he dejado de sentir los efectos de una agonía cuando ya suspiro por otra, pareciéndüme que no puedo vivir sin ellas. • 9.-El día 27, por la tarde ,empecé a sentir en mi alma un nuevo tormento, una nueva pena, una necésidad mayor, si se quiere, que la indicada anteriormente, y, por consiguiente, a desfallecer mi po– bre alma al modo de una persona que muere por falta de sustento, por pura necesidad, o una cosa parecida a la que siente el alma cuan.:. do se ausenta de ella Dios, su aliento y su vida, su alegría, sustento y salud. Era una necesidad muy grande que sentía de ofr hablar a mi Padre para poder permanecer en Dios abrazada íntimamente .a El sin morir físicamente por no tener. con quien desahogar las congo- .jas y agonías, dulzuras y alegrías que sucesivamente martirizaban de continuo mi pobre alma, y para permanecer también en Dios lejos del tumulto de las criaturas sin volver a revivir para. éstas, por no tener a mi lado a quien puede únicamente conservarme separada de ellas. Empecé, sí, y empecé a sufrir mucho por no tener a mi

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