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308 CORRESPONDENCIA DE LA M. ÁNGELES CON EL P. MARIANO cuyo mundo de amores divinos se perdía el alma, porque aquello es el acabóse. No puedo ni recordar siquiera sin perder de vista todo )o que exis– te fuera de Dios, pues que cierre los ojos, qve los abra, que los fije en un objeto que los fije en otro, no veo ni puedo ver más que a aquel Dios Humanado, aquel mundo de amores, Cristo Jesús, por– que fuera de El no existe nadie ni nada. Y todo esto y mucho más que omito, porque no sé hablar, se repitió en mi alma tantas veces, que me parecía había oído Dios Nuestro Señor mi petición y que unida a El (por un efecto de su infinita bondad) me hacía participan– te de las inefables delicias y efectos divinos de gloria que cada ins– tante le resultan de ·la procesión de las. divinas Pérsonas, como si cada instante de tiempo fuera el primero en que comienza Dios a existir y por esto celebrase en .él una fiesta solemnísima propia de sólo Dios, cuya fiesta presenciaba mi alma, no como un ser distinto y extraño, sino cual si fuese una misma cosa con Dios, experiínen-• tando en mi espíritu los mismos efe¿tos y participando de los inef~– gles goces, entusiasmos y alegrías de Dios. 5.-En este estado me hallaba cuando la mañana del 25 vino V. R. a celebrar la santa Misa, durante la cual pude ver y comprender y asegurarme una vez más en lo que ya tenía visto y comprendido, o sea que el celebrante era el Dios visible y único Padre de mi alma y mi todo con Dios, pues aparte de ver una vez más lo que había visto durante las Misas que V. R. ha celebrado en nuestra iglesia desde el '2 de julio del pasado, o sea los cielos abiertos, y en él a Dios y a la Santísima Virgen, y muchas cosas que no puedo decir, y· experimentar en mi alma los efectos de sus oraciones dirigidas a mi favor, experimenté también los efectos de las gracias que comu– nicaba Dios a ·su alma, como si refluyeran éstas· en la mía pecadora por ser ésta una misma cosa con la suya. Esto mismo me pasó du– rante la Misa la mañana siguiente, y lo que es más, la mañana del 27, en cuyo día creí que estaba V. R. celebrando Misa en nuestra igle– sia, pues experimenté en mi alrÍ1a cosas muy divinas, de aquellas que yo no puedo negar que vienen a mi alma por conducto de V. R. ; y ·por esto, para desengañarme que V. R. no estaba celebrando Misa en nuestra iglesia, tuve que valerme de los sentídos una y otra vez, y digo otra vez porque no bastó el primer desengaño de los sentidos,

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