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XLIX. éUENTA DE CONCIENCIA, MARZO-MAYO 191 l 307 que celebra Dios en sus íntimas relaciones consigo mismo ; de un almfl que, sorprendiendo. a Dios ·infinito en atributos y perfecciones en el principio sin principio de su existencia eterna y divina, enamo– rado de sí mismo y disfrutando por vez primera de los efectos de gloria que le resultan de ser lo que es y ansioso de comunicar estos mismos bienes, le colmara de gracias y caricills, y asociándola a El en calidad de hija, le hiciera participar de los mismos goces y deli– cias que El disfruta ; de un alma que sorprendiera al Verbo Divino en el momento feliz en que Dios Padre lo engendró y engendra entre resplandores de gloria, ahegado en el inmenso mar de perfec– ciones que contiene y de las inefables dulzuras y caricias divinas que le prodiga su Padre, felicitándose por .su dicha y su suerte, por. su · incomprensible grandeza y dignidad de Hijo Unigénito de Dios, igual a El en todo, s6 entrega todo a ella en un exceso de júbilo y alegría para cornunicarle su contento y las inefables riquezas de su Sér y reproduciendo Este en ella, como reproduce el Padre el suyo en El, . 1:educe al alp1a a su origen divino (Dios Padre) en El y con El ; de un alma que sorprendiendo también a la Divina Persona del Espí– ritu Santo en el primer momento .de· su existenci~ divina y eterna (si principio tuviera) anegado. en un mar de dichas y de venturas, contemplando su infinita hermosura y bondad sin poder disfrutar a solas las inefabfes dulzuras en que se anega. ni contener. su incli'.. nación natural a c9muhicarse con todos sus biénes. a qÚien primero encuentra, se derrama todo en ella, no para. quedarse en. ella, sino para absorber al alma en sí y reducirla una vez más a su origen di– vino, al Padre y al Hijo, con quienes const_ituye un mismo Dios ; de un alma, en fin, que abismada primero en el Sér infinito de Dio_s. una, dos, tres, cuatro, cinco veces, en y con cada trna de las Perso– nas Divinas que lo constituyen de un modo que no es fácil expli– car, después d~ haber disfrutado de los inefables consuelos en que se anega Dios Padre en sí mismo y más tarde en su Unigénito Hijo, Este con el Padre, y ambos en el Espíritu Santo, y el Espíritu San– to en el Padre y en el Hijo·, se ve abismada en otro mundo de bon– dad y riquezas, de· bellezas sin cuento y de amores divinos, que constituya .la Sacrosanta Humanid_ad de Nuestro Divino Redentor Jesús en .unión del mismo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo 1 en

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