BCCCAP00000000000000000000852

PRÓLOGO g cia se ve impedida por la indignidad y miseria propias que le muestra el entendimiento. Ni es para callar aquí la impotencia que el alma experimenta para manifestar la subidísima, sencilla y espiritual inteligencia que posee, pues habiéndola recibido sin el concurso de las especies o imágenes naturalmente adquiridas, le faltan los términos adecuados en el len– guaje de los mortales. De ahí nace también, y no exclusivamente de la humildad, la repugnancia a hablar de las comunicaciones y favo– res divinos, incluso con su Director, al cual a veces se debe contentar con decir que le va bien con Dios, que goza de paz, que vive satis– jecha y que no sabe decir más, etc. De todos modos, el Director espi– ritual es como el timonel que guía el alma con seguridad hacia la unión transformativa, hacia el Dios qiie ella de mil maneras busca. Y si a veces no lo puede creer, es porque, como ya se dijo, piensa que habla y obra así porque no ve lo que ella entiende y ve en su interior. * * * Bien pudiéramos seguir analizando otros efectos o manifestacio– nes propias de la purgación pasiva del espíritu en el alma de la Madre Angeles; pero seguramente que el lector, cansado ya de nuestra prosa, desea verlos por sí mismo, leyendo el texto de las cartas, q1w es como sigue.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz