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306 CORRESPO_NDEJ\JCIA DE LA M• .ÁNGELES CON EI:. p; MARIANO ricordia (pues· soy un ·sér extraño a Dios, y no sólo esto, sino todo lo contrario de lo que es Dios, pues soy la nada y el pecado), me abrace -y una a El por medio de esta misma humildad, de un modo que entiendo, pero no puedo explicar de prisa y· corriendo, supli– cándole constantemente me sostenga para no caer y permanecer eter– namente unida y abrazada a El. Al indicarme el Señor todo esto, como se hacía presente a .mi alma, se mostraba amorosísimo y rrie parecía que me invitase a que fuese, mejor dicho, me abismase en El ; y yo me sentía inclinadísima y an– siosa de hac"r esto mismo, rrie fuí a mi 'Diqs y lo ·que pasó después yo no lo sé decir ; Dios lo sabe. Ocurrió esto el día 20, por la tarde; y el 21, 22, 23 y 24 los pasé con mi mirada y pensamiento fijos en Dios y de un modo especial· en el atributo del amor de Dios y en la Santísinra Virgen, inspir{tn– dome en Esta en mis relaciones con Dios no sé de qué manera. 4.-El día 24, por la tarde, se me fijaron en el pensamiento aque– llas palabras de Jesús: «Así amó D1os al mundo que le dió su Hijo Unigéniton (1), en cuyas palabras comprendí muchos misterios de amor, del infinito amor. de Dios al hombre y cómo Dios hace exten– sivos a sus criaturas los portentosos efectos que produce su Sér Di– vino y los infinitos bienes que le resultan de las procesiones divinas y fluyen incesantemente d.e su Sér. Sentí grande!3 deseos de adherir– me a Dios y de que Dios me comunicase los efectos divinos que pro– duce, de los cuales el primero de la Divina Persona del Ver.bo (si cupiera en Dios primero y postrero), puesto que le_ inclinaba a ésto su naturaleza divina todo amor, tqdo cariño, todo bondad; y comen– cé a pedir incesantemente esta gracia, sobre todo, que me diese a su Hijo Unigénito, y no una, sino tantas veces cuantas lo engendra e11- su seno, si fuera posible dividir y multiplicar un bien infinito y eterno y una obra. en la· que vive Dios actuado eternamente. No sé si habrá ·escuchado Dios mis súplicas ; lo que sé es que aquella mis– ma noche comencé a experimentar _los efectos de un alma unida .a Dios y asociada a todas y cada una de las Personas de la Santísima Trinidad, cual nunca· hasta .entonces lo había experimentado, y a disfrutar .de fas inefables alegrías y goces divinos de la fiesta et~rna o (r) Joan.; III, 16.

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