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8 CORRESPONDENCIA DE LA M. 1\NGELES CON EL P. MARIANO los mismos y no pocos porrnenores, que le harán comprender mejor la acción de Dios en el alma, la cooperación de ésta a su purificación y el efecto regulador de la intervención del Director espiritual. En este primer volun'ien publicamos tas 53 primeras cartas del epis– tolario, escritas desde el 7 de julio 1910 hasta el 21 de mayo 1911. El matrimonio espiritual tuvo lugar el ro de junio de 19II; pero en el pe– ríodo inmediatamente anterior no escribió por hallarse en Valladolid el Director. Es verdad que á principios de julio de I910 la NI. Angeles se encontraba ya en el período de purgación que constituye la noche oscura del espíritu; de ahí que tal vez no se describan aquí todos los fenómenos que los místicos señalan. Pero puede afirmarse q,ue no falta ninguno de los principales y más característicos. Se verá cómo se alternan en el alma la tempestad y la calma, las subidas y las bajadas, la abundancia y la pobreza; porque su activi– dad psíquica y espiritual gira en torno a los dos polos del conoci– miento de Dios y del conocimiento de sí misma. Ora aparecerá como zambullida en la contemplación purgativa y oscura encubridora de las esperanzas del día, persuadida de que ya nunca gozará de paz y consuelo_, porque su condenación eterna es seg,ura, ya dulcemente mecida por la contemplación iluminat'iva y amorosa, que, dilatando los senos de su corazón, la sosiega y recrea, pensando que las agitas de la tribulación pasaron para siempre. Paulatinamente se lleva a cabo la purgación del alma y sus poten– cias. E.Z entendimiento, embestido por la claridad tenebrosa, se puri– fica de su conocimiento imperfecto; la voluntad, inflamada y estimu– lada por el amor divino, se despoja de sus aficiones naturales y hu– manas; la memoria, subyugada por el recogimiento interior, como que se extravía y sufre muchos olvidos, pierde las noticias y los dis– cursos habidos. El alma, atada todavía por las ligaduras de las im– perfecciones que en sí descubre, como las_ raíces de los hábitos imper– fectos que es necesario extraer y destruír, sujre horrores, porque cla– rísímamente ve cuánto. desagradan. á ·Dios. Y viene la muerte mística, que las arranca y hace desaparec,er. Por otra parte, siente tan viva y avas_alladora el ansia de amar y glorificar a su Divino Dueño, que a veces se h_a de hacer fuerza para no llevar a cabo cosas extrañas, que los hombres llamarían locuras,· para poseerle: bien que con frecuen-

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