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CARTA XLV,. l MAYO 191 l pero por más que miré y remiré, no pude ve1: el princ1Vio y punto de partida de la senda que me había conduc~do al lugar en que esta– ba. En el lugar 'que fijé primero mi mirada me pareció ver mi alma en el estado en que estaba la mañana del Miércoles Santo antes de los sufrimienros que precedieron al cambio de estado verificado· aque– lla mañana en mi alma. Extendí la vista más adelante y en el lugar que se me mostró• me pareció ver mi alma en el estado en que estaba la bominica de Pasión ; y deseando ver el punto o lugar por dondt había. venido al en que me parecía ver mi alma el Domingo de Pa– sión, miré una vez más y vi tantas cosas en. la senda recorrida desde la fiesta de la Encarnación hasta la Domínica de Pasión, que dije : «si el punto de partida de mi alma al lugar en que me encuentro es aquel que significa el estado de mi alma el día de la Encarnación, no puedo dar cuenta. de lo ocurrido desde entonces, pues sería pre– ciso para esto ~scribir otro relato como el que mi Padre me tiene preceptuado· que escriba, y ni con esto ·quedaría satisfecha, pues la senda se extiende más allá de la Encarnación, pueda ser que el día de mi nacimiento,. pues no aléanzo a ver su principio)). «Así es-me pareció que mé 1 contestaban-, la senda por la cual te· ha .conducido 'el Señor adonde estás, se extiende hasta el día que naciste, pues es tu vida entera, la que no es otra cosa que un camino, una senda y una cadena de continuos favores.)) 7.-«No ha sido todo delicias-dije yo para mí-, pues también he sufrido en ese camino, que tan delicioso parece ahora a mi vista.)) -Al decir esto sentí un consuelo tan grande, una dicha, una felicidad y 'un no sé qué taJ1 divino en mi alma, que reconociendo por efectos · de un 'nuevo estado, estado a que acababa de elevar el Señor mi alma, colocándome sobre aquella preciosa piedra que parecía haber– se convertido en una montaña, que 111e vi obligada a repetir muchas veces: «No seré yo la que gi_ma y llore ni vuelva jamás a sufrir y entristecerme y menos a temei: y apurarme, aunque me vea metida en una fosa y enterrada y cubierta de lodo hasta la garganta en la senda que recorro, sabie.ndp como sé el término feliz de los trabajos que padezco, el delicioso lugar a que por ellos me conduce el Señor, y que al final del período de pruebas a que me veo sometida a cada paso me colocan sobre una piedra preciosa, cfue, convertida en una 1

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