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288 CORRESPONDENCIA DE LA M. r'\.NGELES CON EL P. MARIANO Una de estas veces fué ayer, que, pareciéndome que iba a morir de pena (¡ tan triste y angustiada estaba!) y que iba mi alma a preci– pitarse en el abismo de una desgarradora tristeza a causa de los te– mores de condenarme por la dirección espiritual y por escribir, pú– seme a escribir esta carta ; y cuando más engolfada estaba en la idea del pecado y miserias y de los castigos temporales y eternos, a que me creía condenada, y pretendía dar a conocer a V. R., me dejó poco menos que corrida de vergüenza por haber escrito que estaba triste, temerosa, sufriendo, etc., etc., siendo así que en la parte su– perior del alma estaba hecha un cielo de paz y gozando lo indecible en Dios. Con las penas presentes al descender a la parte inferior -dije-me había olvidado de las glorias de la parte superior, y para otro día no mentir y que mi Padre tenga una idea exacta de mí y no le engañe con el relato de mis sufrimientos y miserias, le diré lo q~e acaba de pasarme, y que en adelante, al leer mis éartas, tenga pre– sente que en ellas no habla más que una parte de mi alma, si trato de pecados y miserias, la inferior, y si de goces, la superior ; porque ésta siempre está gozando, aun cuando más sufre y padece la primera. 6.-¿ Qué más? No sé qué decirle, pues el Jueves o Viernes San– to, pensando cómo le daría cuenta del estado de mi alma, me pare– ció ver una especie de cadena de oro tan larga, que nq acababa la vista a ver su principio ni fin. De trecho en trecho tenía unas argo– llas de hierro que la afeaban y piedras preciosas que la hermosea– ban y subían de punto su valor. Entendí que la cadena. era símbolo de mi vida, la que me pareció no era· sino una serie de favores divi– nos enlazados unos con otros a: manera de cadena ; y en las argo– llas de hierro vi significados mis sufrimientos y pecados; y en las piedras prec:i.osas los estados de gracia y unión con Dios, en que me ha colocado el Señor después de mis caídas y sufrimientos., De re– pente me vi colocada sobre una de las piedras preciosas que contenía aquella cadena, cuya piedra, convertida en una alta montaña, me elevó a una :iltura tan sublime, que me pareció que me habían tras– ladado desde la celda donde estaba a la .cumbre de un alto monte. Desde allí quise contemplar la cadPna de oro y ver hasta dónde se extendía ésta ; pero la cadena se había convertido en una deliciosa · y larga senda, símbolo también de mi vida, en la que pude ver y re– conocer muchas y diversas fases por las cuales ha pasado mi alma ;

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