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280 CORRESPONDENCIA DE LA M. ANGELES coi,t EL P. MARIANO 6.-El Jueves Santo por la mañana, estando en el coro, me sentí impulsada fuertemente a hablar a la comunidad después del 1\/Ia,pda– to y lavatorio de lqs pies ; pero en mi de::,eo y empeño de perder de vista a las criaturas y pasar todo el día sola con Jesús solo, resistí aquel impulso, rechacé como tentaciones todas las ideas concebidas en aquella o¡ación (o lo que fuera) acerca de lo que tenía que hablar a la comunidad, proponiendo predicar con el ejemplo y la oración ; y así lo hice. El mismo día, a las ocho de la noche, estando orando ante el 11 o– numento, me pareció ver a Jesús resplandeciente y glorioso en el :Monumento, mas no con los ojos del cuerpo, y que le oía decir estas palabras: ccDejad a los niños que se acerquen a mí)) (1). ¿ Qué será esto?., dije yo ; Jesús está solo, niños aquí no hay, y háblando con la comunidad primero y después conmigo, dice: <(Dejad a los nií'íos que se acerquen a mí». ¿ Qué querrá decirnos con esto.? Y Jesús, sin qcultarse a mi vista en el Monumento, se me dejó ver bajo otro aspecto distinto del que tenía en el Sacramento, situado a cierta dis– tancia, rodeado de sus discípulos y repitiendo a 'éstos las palabras que antes cité: ccDejad a los niños», etc. Al mismo tiempo me mos– tró muchas. comunidades religiosas compuestas de jóvenes y ancia– nas y algunas de ellas muy relajadas. Parecíame que Jesús se que– jaba amargamente de muchas Abadesas. y andarías de los conven– tos, las. cuales no dejaban a las jóvenes (figuradas en los niños que estorbaban o impedían acercarse a Jesús cuando recorriendo villas y aldeas, predicaba el Evangelio) aproximarse a Jesús por la observan– cia regular y vida interior, privando de este modo al Seí'íor de las complacencias y de sus delicias más puras, que eran atraer a Sí y retener a su lado y unir· ínti'tnamente consigo a todas sus esposas. pero de un modo especial a las Jóvenes que comienzan a entrar en relacione~ con El en l,os claustros religiosos. «No seas tú así-:-rne pareció que me decía-; deja a las jóvenes que se acerquen ·a mí, pues tengo mis delicias más puras en comunicarme a ellas para ha– cerlas sa11tas, muy santas y semejantes a mÍ.)) Entendí que ratificaba 1.a promesa que me hizo en cierta ocasión de darme la misma recompensa que a las jóvenes que con mi per– miso, etc., velan .de noche y hacen otras penitencias que yo no pue- (1) Luc., XVIII, 16.

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