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PRÓLOGO 5 consideraba.como p.rueba de. ld pudilección divina, los interpreta ahora como castigo muy merecido por 'sus faltas y extravíos. · Improvisamente se ve sumergida en una luz brillantísima, que · con inusitados esplendores le descubre su afinidad y parentesco con Dios Uno y Trino; una fu,erza .irresistible la impulsa a Contemplar las perfecciones divinas, sobre todo la bondad, /.a pureza, la santidad y justicia; y el alma anhela ardientemente la pclrticipacidn de estos atri– butos sin poder conseguirlo. Le es a todas luces manifiesta la oposi– ción de su maldad, impureza y pecado con los mismos, y en su afát: de purzficación apela a todos los medios imaginables pard humillarse, por ver si 1ogrci satisfacer su deseo. Todt/ inútil. La idea de que está 'en desgracia de Dios es ima espada tajante que le atra'viesa el corazón. Por otra parte, no encuentra el modo y manera de librarse de 'las cade– nas que la aprisionan. Duda de la bondad del espíritu que la dirige y de la realidad de las comunicaciones y favores divinos que recibe; y como no puede negarlos, se confunde ante su negra ingratitud e incom, prensible falta de correspondéncia. De todo. se sirve para, atórmentarse y sufrir. Si Dios la favorece con sus caricias, cree que es para pagarle algún pequeño servicio que tal vez le. ha prestado, pues ya ha decretad<, su condénación · eterna. Si Dios se oculta y t¡ileja de ella, es .porque nunca le ha servido ni tampoco le podrá ya servir. <<Su conciencia es un caos oscuro, qiie no percibe sino tinieblas en medio de los rayos divinos qiie · en ella proyectan las divinas comiinicaciones. >> «Diríase que la gracia en este período conduce al alma a la perfec– ción por un camino lleno de túneles; porque de repente se ve introdu– cida en la claridad tenebrosa, padeciend·o mil ansiedades; y sin dili– gencias humanas, también de repente y cuando menos lo piensa, sal.e de la tenebrosa claridad a una luz diafana que le permite ver el. buen estado de su conciencia, la bondad del espírit1i •que la anima y la inti– midad que goza con Dios. Después que ha respirado un poco el am– biente celestial, cuando piensa qiie sus tribulaciones se acabaron, se mete o se ve introducida en otro túnel más osciiro y largo tal vez que el que le precedió. Raro parece esto; pero ello es una realidad. Es, sin duda, uno de .tantos mister~o.s de ¡a creación que no. es dado al hombre penetrar» (p. 159). Este párrafo de la 1\I. Angeles merecía citarse literalmente, ,pues

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