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266 CORRESPONDENCIA DE LA M. ÁNGELES CON EL P. MARIANO Majestad me dé fuerzas para sufrirlo todo en pie y sin nota de las religiosas. Lo triste es que aunque gima y llore y ~5ufra lo que sufra, mis pecados no se harán virtudes, ni mi .corazón dejará de ser un establo de bestias, ni mi alma un demonio ; y, lo que es más tristP aún, el Dios cntcificado con mis pecados quedará pendiente 5iem– pre de la cruz, pues para esto he venido yo al mundo, para sufrir y llorar sin fruto alguno, y no para ser esposa de Jesús. Si fuera voluntad de Dios, me ,alegraría que me hiciera sufrir en estas dos semanas todo lo que tengo que sufrir, o quiere su Ma- · jestad Divina que padezca en esta cuaresma, para poder celebrar la Pascua y no andar atrasada, como me ocurre casi todos los años, que por no hab~r podido sufrir nada hasta Semana Santa, no termi.:. no la cuaresma hasta la Ascensión del Señor, o Dios sabe. Si el Señor no me obliga o no me apremia una verdadera ne, e– sidad, no volveré a escribirle hasta después de Pascua. Pero no por esto deje de. bendecirme con frecuencia y absolvP-rme todos los días de· mis muchos y gravísimos pecados. Y o, en cambio, procuro hacer que derrame el Señor. y su Santísima Madre en su. alma todas las gradas que de su infinita bondad y misericordia ·recibe la mía peca– dora y otras muchas cosas ... Como me dice que no soy digna de llamar a Dios con el dulce nombre de Padre, no me he atrevido hacerlo en ésta, aunque había heoho propósito hace unos días de en adelante no llamar a Dios sino mi Padre celestial, pareciéndome que era el nombre que mejor le convenía. y ~l que más gustaba oír de mis labios. ¡ Así sabe Dios mortificar y confundir a las almas soberbias ! Lo que siento y me aflige más que nada es lo que me dice al final de la carta, en la peni– tencia que me impone (r). No sé si pasarán muchos días sin que atruene el convento a grjtos, ni dónde me esconderé el Viernes Santo, para no _escandalizar a las religiosas. ¿ Cómo tendré yo valor para contemplar a Jesús en el huerto y en la cruz; ni en ninguno de los pasos de la pasión, sabiendo que he sido y soy la causa de sus su-. frimientos? Imposible. (1) Así terminaba el P. Mariano su carta del r. 0 'de abril: c<En satisfacción ·dé tus culpas, procura identificarte con los sentimientos que el Verbo Divino tuvo durante los últimos quince días de su vida mortal, sobre todo, de su agonía ,en el huerto, donde. _tus pecados tanto le hicieron agonizar, y su muerte en la ei.:-uz, donde tu altanería y soberbía tanto le 11scarnecía,n y despreciaban».

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