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250 CORRESPONDENCIA DE LA M. ÁNGELES CON EL P. MARIANO hizo exper:imentar inefables consuelos,. mayores que si toda· aquella santidad y bienes de Dios y de su Santísima Madre fueran míos. ¿ Qué me importa a mí ser pecadora, ser ruin, siendo mi Dios y Pu– rísima Madre lo que són? ¡ Bástame saber que ellos son santos, que ellos son felices 2ara serlo yo también ! ¡ Qué dichosa y feliz me con– sidero con tener" un Dios y una Madre tan ricos, tan felices, tan santos! No me hace falta nada más. Procuré ahogar estos sentimientos· y consuelos con algunas refle– xiones sobre la malicia del pecado y que si yo fuera santa y no pecadora acrecentaría la: gloria: de Dios y de la Santísima Virgen, etcétera ; pero tampoco pude, pues, mi amor a Dios y a mi Purísima _Madre, empeñado en despojarme por completo de mí y hacerme amar sola y desinteresadamente al Señor y gozarme únicamente en su Majestad,. me hizo el siguiente argumento: Si, lo que no es posible, füera necesario que Dios o tú, uno de los dos, fuera pe'ca~or, ¿ consentirías en que Dios lo fuera? «De nin– gún modo-contesté yo-; prefiero ser pecadora, pecadorísima en sumo grado y verme manchada con t?dos los pecados que se han cometido, cometen y cometerán hasta el fin del mundo antes. qµe consentir un solo defecto, una sola imperfeq::ión en mi Dios y mi Purísima Madre. Es más : prefiero ser lo que he dicho ·antes que consentir que falte al Señor una _sola perfección de las infinitas que posee; y lo que digo de Dios digo de Nuestra Madre Purísima.ii Entre ·los inefables júbilos y consuelos que me produjo el ver cum- . plido este mi deseo relaciop.ado con la infinita pureza y santidad de mi· Dios y mi Purísima Madre y sus perfecciones divinas, parecióme que Dios Nuestro Señor, dirigiendo hacia mí una mirada amorosí– sima, d1vina, desde una altura sublime donde se hacía presente a mi alma, derramaba sobre mí torrentes de gracias de su ser divino, y que me decía: «Todas mis riquezas (mostrándome las que contiene su ser) son tuya};, recíbelas, porque _eres mi hija, otrn Yo; si pe– cadora eres en tus oj9s, no lo eres en los míos, porque tu amor, tu ·. acendrado cariño hacia mí resarce con :ventajas las faltas que co– metes.n Quedé como anegada y oprimida bajo el pes.o de aquel ·diluvio de gracias que_ derramaba y del amor que me mostraba el Señor ar– día en su seno hacia mí ; y a impulsos de ótro amor que ardía en

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