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INTRODUCCIÓN XV más exactos, diremos más bien que en ellas ~e ve casi fotográfica– mente el lado humano de su espíritualidad, mientras que el lado di.: vino, con ser y todo' abundantemente descrito, a veces se adivina,· mas no se ve del todo. Pero, a pesar de las dificultades con que el alma tropieza para referir su vida íntima de unión con Dios, algunas de las cartas son verdaderas joyas místicas y tr~tados espirituales que dejan perplejo al lector, sin saber qué admirar más, o la sublimi– dad de Ja doctrina, o la sencillez y precisión de expresarla, o el miste– rioso comercio y trato de Dios con las almas. Y todas estas maravillas de la gracia la sierva de Dios fas des– cribe con una sencillez encantadora y con facilidad asombrosa. Su alma se nos· revela mejor aún, si cabe, que en su tratado sobr.e la Vida espiritual (1) ·y en su Autobiografía, por lo mismo que son más espontáneas y tienen menos visos doctrinales. Por doquier se des– cubre un candor y una ingenuidad que cautivan y atraen. Nada de retórica y de afecta.ción. El alma entera se derrama sobre el papel, con todo cuanto en ella hay de humano y de divino, .manifestando los pliegues y repliegues más. íntimos de su· ser. Con su esti.lo sencillo y familiar, no siempre exento. de impropiedades gramaticales, pero flúido y realista y tal cual vez irónico y gracioso, narra sus penas y alegrías, sus goces y tristezas, ~µs div.inas elevaciones y sus· cobar– días humanas, sus triunfos y sus derrotas, sus adelantos y sus retro– cesos, las exigencias de la gracia y las posibilidades de la naturaleza. En una palabra, nos da un retrato_ fiel y acabado, sin retoques ni falseamientos, de su alma privilegiada. Estas cartas sbn a veces cual lagos' transparentes de aguas cris– talinas que reflejan las profundidades serenas y tranq'uilas de su co– razón_; a veces cual torrertes impetuosos y caseadas ruidosas, que reflejan las contrariedades, los choques y violencias de su naturaleza. Ora son remansos serenos de .paz beatifica ; ora remolinos desorde– nados de rudos cómbates. En éstas se vislumbra el águila caudal, que · cierne majestuosa su vuelo en ll\s inmensidades incomprensibles de la divinidad. En aquéllas se percibe la pobre criatura que para re– montar su vuelo forcejea y lucha, cae y se levanta. Son• reverberos de luz divina ; son ,reflejos de, vida huma11a. Es 'la acción admirable (1) La Vida espiritual' coronada por la triple nu.1e11ife,/acfó11 de Jesucristo, Va- lladolid, 1924. . . · .

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