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INTRODUCCIÓN XIII clonado a ta Providencia, que hábía preparado los caminos. Y a estas dos causas no menos que a .la buena voluntad y recta intención de entrambos se debe el éxito lisonjero· que coronó su ardua labor, así como también al espíritu de sacrificio y a un exquisito tacto. La M. Angeles reconocía conmovida los indiscutibles aciertos del ·P. Mariano en la dirección de su alma, y con acento de profunda gra– titud e infantil sinceridad lo llamaba «mi Padre verdad». Y no puede negarse que sorprenqe y admira la perfección con que su dirección espiritu(:11 correspondió en .todo momento a las exigencias todas del alma de la dirigida, la. cual afirmaba no solamente que era su «Padre verdad», sino también su único Padre espiritual. el único que había logrado penetrar en su alma cautivándole toda la confia~1za,. el t'.mico que entendía su idioma, el único capaz de salvar las distancias que la separaban de la vida ordinaria, etc. Ya que tan parcos vamos siendo de textos en esta introducción,., cerremos este párrafo con uno. de la M. Angeles, tomado de su carta fecha 22 de diciembre de 1920: ((¿ Y qué diré a mi Padre de sus cartas tan divinas? ¡ Padre mío, Padre mío! Me. faltan términos· para expre– sar el aprecio que me merecen y la inmensa gratitud de mi coi·azón hacia V. R. y a mi Dios querido, que es el autor de la dóctrina divina que contienen. Esta es mi vida, la única teología mística que entiendo, me gusta, interesa y aprovecha. Todo, todo responde admirablemen– te a mi vocación santa, divina ... Nada sobra; todo, todo me aprove– cha y estimo altísimamente, má,s que la vida natural o temporal, j ya lo creo!>> LAS CARTAS La M. Angeles se veía irresistiblemente atraída hacia ,Dios y, por otra parte, era incapaz de remontar su vuelo sin la ayuda de su Di– rector espiritual, quien-como ya dijimos-era, no sólo el canal por donde recibía los favores del cielo, sino también el medio indispen– sable para engolfarse y perderse en la divinidad. Y con ello queda explicádo el .. recurso tan frecuente, casi continuo, que a él hacía, pues así ld reclamaban 1as necef'}idades .de su espíritu : ora pedía consuelo en sus tribulaciones, ora remedio en sus enfermedades.; ya buscaba

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