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INTRODUCCIÓN IX novena de San Antonio el P. Baltasar de Lodares, Capuchino ( t 1936). La abadesa de la Concepción obtuvo del Preiad◊ las licencias para que ·confesara a la Comunidad ; pero el predicador se excusó con decir que no tenía permiso para confesar religiosas. En vista de ello, es– cribió al Provincial de los Capuchinos de Castilla, que era el P. Ma– riano, para que lo autorizara, como así lo hizo el día 13. La contes– tación debió de llegar a tiempo, mas es el caso que el P; Baltasar se ausentó de la capital sin confesar a las religiosas, como dice la M. An– geles en otra carta dirigida al P.. Mariano el 18 de junio, en la que le ruega al mismo tiempo tenga a bien comunicarle cuándo piensa pasar por Valladolid para ver si pueden obtener el permiso. de confesar a la Comunidad en calidad de extraordinario. , Mientras tanto, se había celebrado ÜS junio) el Capítulo Provin– cial de los Padres Capuchinos de Castilla, y el. P. Mariano cesaba en el cargo de Provincial. En sus íntimas comunicaciones con Dios· ha– bíale pedido la M. Angeles que, si era su voluntad que se dirigiera con él, lo destinara la obediencia a un convento cerca de Valladolid. El 23 de junio le escribía el P. ·Mariano diciéndole que había sido nombrado Vicario, Director del Colegio Teológico y Profesor, en el convento de León, y,que a fines de mes pasaría por Valladolid. Efecti– vamente, el 1 .º de julio confesaba a la Comunidad de la Concepción en calidad de extraordinario de Témporas, y el día 2 la M. Angel~s, confiándose a su dire~ción, había. encontrado el timonel con cuy'a'. asu– da surcaría el mar de la tribulación que la atormentaba hada rriás de dos años. · Si hemos sido excesivamente prolijos en los porme1-wres de la ·na– rración, ha sido para poner de manifiesto la génesis de esta dirección · espiritual y demostrar cómo ni Director ni Dirigida obraron de ligero en asunto de tan trascendental· importancia. En lo sucesivo la acción del P. Mariano aparecerá a través de la correspondencia que publi– camos. * * * El 2 de julio de 1910 se inicia una etapa decisiva, de huellas inde– lebles y divinas ; fué una gracia extraordinaria en la vida extraordi– naria de· 1a M. Angeles. El nuevo Director contaba treinta y nueve años de edad y la dirigida había cumplido los. treinta y siete. Siguió

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