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468 EMILIO DE SOLLANA se han hecho de este árboF, de las que no queremos omitir una pre– ciosa tablita, de escuela flamenca, del siglo XV, que se conserva en el museo franciscano de los capuchinos de Roma, en la que aparece el seráfico doctor contemplando devoto y complacido a Cristo cruci– ficado en su árbol. Pero entre todas las representaciones descuella por su belleza la que decora la pared del refectorio del convento de Santa Croce de Florencia, atribuida por unos a Francisco de Volterra (cerca de 1350) o a Pedro Gerino (cerca de 1380), por otros a Tadeo Gaddi, sin que falte quien la atribuya al mismo Giotto. En ella se ve a san Francisco abrazando el árbol en que está crucificado Cristo, del que brotan doce ramas, en cuyas hojas están escritos los versículos de san Buenaven– tura, teniendo al final representados doce profetas; completando el árbol se ven los cuatro evangelistas; a la izquierda de san Francisco está la Santísima Virgen sostenida por las piadosas mujeres en su desfallecimiento; a la derecha está san Buenaventura escribiendo las glorias de la cruz y detrás de él se ven san Antonio de Padua, santo Domingo de Guzmán y san Luis obispo de Tolosa. Una representación clara y sintética de este árbol puede verse en las ediciones que hemos citado de este opúsculo. Dependiendo de san Buenaventura tenemos los árboles de Uber– tino de Casale y Bartolomé de Pisa. El primero escribió en el monte Alvernia, en 1305, su obra titu– lada Arbor vitae crucifixae Iesu 8 ; es clarísimo, aunque él no lo mani– fieste, que se inspiró mucho en el Lignum vitae de san Buenaventura, del que toma hasta dieciocho versículos y repite frases enteras. No nos detenemos en su descripción porque ignoramos que de este árbol se hicieran representaciones gráficas. Más interesante resulta la obra de Bartolomé de Pisa en su libro De conformitate 9 , escrita en 1385-90. La inspiración bonaventuriana es patente. La idea del árbol la amplió en la siguiente forma: el árbol tiene ochenta frutos, de los cuales cuarenta pertenecen a Cristo y los otros cuarenta expresan la conformidad en san Francisco. En forma gráfica aparece este árbol en los códices más antiguos: en el Mutinen- Breisgau 21888, donde igualmente se reproduce el que luego reseñamos de Santa Croce de Florencia. 7 Leone BRACALONI, O.F.M., L'arte francescana nella vita e nella storia di settecento anni, Todi 1924, 208-210. s UBERTINU& A CASALI, O.Min., Arbor vitae crucifixae Iesu, Venetiis 1485. 9 BARTHOLOMAEUS DE PISA, O.Min., De conformitate vitae Beati Francisci ad vitam Domini Iesu, en Analecta Franciscana IV-V, Ad Claras Aguas 1911-12.
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