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466 EMILIO DE SOLLANA pecado, es algo que siempre ha sentido la Iglesia; y así ha expresado esta idea en su Liturgia, tomándola de sus poetas: Ipse lignum tune notavit Damna ligni ut solveret, pues era conveniente que el hombre encontrara el remedio en lo mismo que había sido causa de su caída : Et medelam ferret inde Hostis unde laeserat. y a continuación hace la preciosa invocación de la santa cruz: Crux fidelis, ínter omnes Arbor una nobilis; Nulla silva talem profert Fronde, flore, germine; Dulce lignum, dulces clavos, Dulce pondus sustinet. Flecte ramos, arbor alta, Tensa laxa viscera... 1 La misma idea se expresará en el himno de las vísperas del tiempo de pasión : Arbor decora et fulgida, Ornata regís purpura, Electa digno stipite Tam sancta membra tangere. Beata, cuius brachiis Pretium pependit saeculi, Statera facta corporis Tulitque praedam tartari2. Ahora bien, dejando a un lado, por no venir a nuestro propósito, la influencia que la idea del árbol tuviera en las tradiciones antiguas y en el arte 3 , vamos a referirnos a la forma cómo la ha aceptado el franciscanismo; ni es nuestro intento estudiar cómo se ha apropiado esta idea del árbol aplicándola a la espiritualidad franciscana, sino solamente en cuanto ha sido representada en forma plástica. Para mayor claridad se reseñan primeramente las representa– ciones gráficas del Lignum vitae de san Buenaventura y las que, más o menos directamente, dependen de él; vienen luego los propiamente llamados árboles seráficos, en el sentido que vulgarmente se ha dado 1 Atribuido a Claudiano Mamerto (t 473). Cf. Luigi VENTURI, Gl'inni della Chiesa, Fi– renze 31880, 222. 2 Atribuido a Venancio Fortunato de Poitiers (t 609). Cf. VENTURI, 217. 3 Romuald BAUERRErss, O.S.B., Arbor vitae. Der « Lebensbaum » und seine Verwendung in Liturgie, Kunst und Brauchtum des Abendlandes, München 1938. Cf. Revue d'histoire ecclésiastique (Louvain) 35(1939) 547-549.

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