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PRIMICIAS FRANCISCANAS EN VENEZUELA 361 giosos que trabajaban allí con el P. Garceto, tenían « hasta cuarenta indios estudiantes mochachos ». A los éxitos catequísticos obtenidos en estos muchachos alude Castellanos en su Relación, cuando pide que se impidan las correrías armadas por la Costa de las Perlas, « por manera que se pueda conseguir como vaya adelante la conver– sión de los dichos indios a nuestra santa fe católica, como lo habían comenzado los dichos franciscos en especial, pues están allá dos frai– les franciscos en la isleta de las Perlas, y el uno de ellos predica a los indios en su misma lengua, que le llaman fray Juan Garceta, lo cual yo he visto, y conocido algunos de los indios que tenía debajo de su mano, y ha mostrado los enseñar ayudar a misa y toda la doctri– na cristiana». Líneas arriba se había referido Castellanos al magnífico resultado con que los franciscanos y dominicos habían plantado en sus misiones de aquella costa higueras, parras, granadas y melones 28 • Según prueban las listas de las provisiones que se les dieron en España - y que dejamos indicadas - estos religiosos deben haber llevado a suelo venezolano los primeros libros impresos, las primeras obras de arte y de artesanía, ropas y calzado, utensilios de cocina, herramientas, y otras manifestaciones de la cultura europea. Entre las cosas que se dieron a los catorce misioneros picardos de 1516 fi– guraban « diez imágenes de lienzo para seis altares», compradas al pintor Francisco de Villegas, y media docena de artes o gramáticas de Nebrija; en la provisión de los franciscanos españoles reclutados en 1519 por fr. Juan Vic;ant figuraban 10 cálices de plata - cinco de ellos sobredorados - hechos por Juan Donate [de Oñate?] por un monto total de 47.268 maravedises, cinco cruces « de las de Flandes», cinco campanas grandes y diez pequeñas, siete imágenes grandes y quince pequeñas - compradas a Justo Alemán y al pintor Guadalu– pe [Pedro Fernández de, según Otte] -, cinco lámparas grandes y veinticinco de vidrio, cinco arcas con sus cerraduras, cinco chin– chorros para pescar, y una biblioteca constituida por unos setenta y siete volúmenes, que importaron 20.347 maravedises 29 • lib. 8, f.184). Además de mandarles desde la Española (« de aquí adelante a nuestra costa») todo el pan cazabe que necesitasen tanto los frailes como los indios estudiantes, debían comprar para estos (« a cada uno en cada un año») dos camisas, dos pares de zapatos, una caperuza, « e algunas mantas bastas para en que duerman, las que vos paresca que les puedan bastar en cada un año ». zs Relación de Miguel de Castellanos sobre el viaje que hizo a la Costa de Paria con el licenciado Bartolomé de las Casas, de 1524, editata en Colección de documentos VII, 109-116 (las citas en p.113-14). 29 Estas provisiones se hallan registradas en AGI, Contratación, leg. 4675B, f.78v-80, 102v-106. Es también notable la provisión que se dio a fr. Alonso de Espinar: en ella figuraban « dos mili cartillas de enseñar a leer » y una rica librea y vestidos para el indio cacique que dicho franciscano había traído consigo (Contratación, leg. 4674, lib. II, f.85).

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