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360 LINO G. CANEDO rio que llaman de Cumaná, de donde toda aquella tierra se nombra Cumaná » 24 • Añade más adelante Las Casas, al narrar sus tribulaciones de aquellos días, que « toda su comunicación era con los frailes [franciscos] en especial con fray Juan Garceto, persona, como dije prudente; trataban del estado en que los negocios y ellos estaban. Parecióle al religioso que aquellos estorbos e inconvenientes antes habían de ir cresciendo que men– guarse, si el Rey o la Audiencia [de Santo Domingo] con gravísimas penas no lo atajasen, y para esto alcanzar el mismo clérigo y no otro había de ir a negociarlo » 25 • Fue el P. Garceto quien, al fin, le convenció de que viajase a la Española en busca de remedio al insostenible estado de cosas; pero la partida de Las Casas no hizo más que precipitar la catástrofe final. Apenas hubo él salido, los indios, poniendo por obra un plan de atrás meditado, acabaron con la mal gobernada colonia. Casi todos sus moradores consiguieron, sin embargo, ponerse a salvo, y lo mismo los frailes del convento franciscano, con la excepción de un fr. Dio– nisio, que se quedó escondido, siendo al fin muerto por los indios 2 ª. De este modo terminó aquel interesante ensayo misional franciscano en las costas de Venezuela. Cabe preguntarse cuales fueron sus resul– tados. Sobre este punto deseo aducir algunos testimonios coetáneos. Uno de los más elocuentes es, por cierto, el del propio Las Casas, que acabo de transcribir. Dicho texto permite afirmar que los franciscanos habían logrado éxito considerable en sus fundaciones de Cumaná. Digo «fundaciones», porque ya en 1519 tenían dos, según hemos visto al tratar de la expedición organizada en España, en dicho año, por fr. Juan Vic;:ant. Y el plan de éste era establecer otros cinco puestos misionales, con sus respectivas iglesias. Los documentos relativos a esta expedición nos revelan, además, que los franciscanos habían llevado a la práctica las escuelas de indios previstas en el plan cisneriano de 1516. Consta, en efecto 27 que, además de los siete reli- 24 Historia de las Indias, lib. III, cap. 58. 25 Véase el relato de estas pláticas con el P. Garceta en el citado cap. 58 de la Historia. Las Casas da a entender que, al desamparar Cumaná para ir a buscar remedio en la Espa– ñola o en España, cedió sólo a la importunidad del P. Garceta, contra su mejor parecer; si bien termina por atribuirlo todo a miras de la Providencia sobre su persona. 20 Las CASAS, Historia de las Indias, lib. III, cap. 59. Aunque no da el nombre del fraile lego muerto por los indios (fr. Dionisia) a quien tanto Oviedo como Mendieta suponen sacrificado en el levantamiento de septiembre 1520, Las Casas tenía motivos para estar mejor informado - entre sus informantes cita al P. Garceta - y por ello prefiero su relato. Herrera, década III, lib. II, caps. 4-5, utiliza a Las Casas, pero ofrece nuevos detalles, entre ellos el nombre de fr. Dionisia. 27 Real cédula de Barcelona, 5 de mayo 1519, que publica OTTE, Cédulas reales, n.66, p.115-116; confirmada por otra de Tordesillas, 9 de marzo 1520 (AGI, Indiferente, leg. 420,
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