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260 NOLASCO DE EL MOLAR a la ordinació de la ciutat de paradís, inspirada dels sants passats, quf aquesta nostra ordenaren » 26 • Si en otras de las veinte dignidades ordenadas por Eiximenis a su manera se da singular importancia a la posesión de reliquias rela– cionadas con Jesucristo y la Virgen Santísima, en esta undécima. dignidad defiende unas instituciones esencialmente religiosas y aun de expresa espiritualidad. Pero el autor medieval, que ahí nos ha ofrecido una de sus brillantes «teorías», la ha presentado incomple-· ta y desigual, aunque suficiente para Eiximenis, que trata de unas dignidades cuya importancia es indudablemente superior a gran parte de las veinte que, cual vistas panorámicas, tal como se presen-· tan - no en su particular valor , obedecen todo lo más a un sentido óptico, o si se quiere estético, de su autor. Hay más todavía. La comparación de la « teoría » de la undécima dignidad con muchas otras páginas del Primer del Chrestia indica que, si en ella se nota admiración de Eiximenis por alguna de las instituciones religiosas en su realidad viviente, el conjunto, en cam- · bio, tiene algo de cuadro estadístico. Eiximenis, a fin de cuentas, con frecuencia arremete en este libro, como lo hará también en la Vida de Jhesu Christ, contra la mayor parte de los individuos que constituyen asimismo la mayor parte de semejantes instituciones. Los textos que podríamos aducir, muchos y duros, alargarían extre– madamente este artículo. Lo único que importa es probar el aserto de un modo suficiente. Infidelidad a la condición cristiana El autor gerundense, que suele propender a las minorías de se– lección, afirma que no ha habido tiempo alguno ni habrá en que dentro de la « santa madre Iglesia no haya alguna persona elegida y santa » 27 • Pero es este un aspecto luminoso harto pequeño dentro del conjunto nada brillante al cual Eiximenis nos hace asomar. Tal minoría, como veremos, ha de jugar sin duda un gran papel en la última época del mundo. Mientras tanto, la condición cristiana - se– gún Eiximenis - no aparece honrada por demasiados hombres. Él pone de relieve que, a pesar de la excelentes leyes dadas por Jesucristo a los hombres del mundo, estos, en su mayor parte, no las quieren tener, antes bien quieren vivir a su antojo, contra las leyes del Señor. Es pues razonable y justo que el Señor condene la mayor parte y la multitud rebelde, o en parte, y la castigue según 26 Cap. 592. Hay que advertir que las faltas del copista en este capítulo son no pocas.. c'7 Cap. 200.

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