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CON BREVEDAD DE SERMÓN... 139 isaianas y paulinas hacia un sentido que nunca tuvie:ron en Isaías ni en san Pablo. II. - EN QUÉ SENTIDO ADUCE SAN FRANCISCO EN SU Regla ]] LA FRASE DE Rom. 9, 28 El sentido en que san Francisco aplica en su Regla 11, como nor– ma que sus frailes han de seguir en la predicación, la frase de san Pablo, parece plenamente obvio. El quiere que sus frailes predi– quen llana y sencillamente, que no sean grandilocuentes oradores, sino breves y sencillos predicadores evangélicos, expositores humildes de las verdades divinas, de los vicios y virtudes, de la pena y la gloria futuras. Esta acomodación de la frase paulina está, evidentemente, fuera del ambiente ideológico del texto sagrado. Sólo tendría su justifi– cación si las palabras de san Pablo, verbum breviatum, como suenan en la Vulgata latina, se entienden materialmente, al pie de la letra,. sin atender al contexto ni a la intención del autor sagrado. ¿Fue san Francisco el primero que les dio tal significación con– creta, en el sentido de que Cristo predicó con « palabra abreviada», brevemente? ¿Cómo habían sido interpretadas esas palabras de san Pablo en tiempos anteriores al Seráfico Padre? ¿Y las tomó él directamente del texto de la carta a los Romanos, o tal vez le llegaron por otros caminos? También aquí la cuestión resulta un tanto complicada. Y para contestar a esas preguntas, paréceme necesario hacer un poco de historia. Menester será recordar qué conocimientos, directos o in– directos, tenía el Seráfico Padre de la Sagrada Escritura; y además, qué valor se había dado a esas palabras de san Pablo hasta llegar a san Francisco. Porque, tal vez un estudio, siquiera somero, de estos aspectos, nos sitúe en la trayectoria seguida por la interpretación de la frase paulina - e isaiana -, hasta que ésta desemboca en ese sentido natural y obvio de predicar breve y llanamente, puesto que tal fue la manera de predicar que siguió Cristo Jesús. En consecuencia, veremos: qué conocimientos de la Sagrada Es– critura, directos o indirectos, revela san Francisco en sus escritos, para determinar, en cuanto posible, si él tomó esa frase directamente del texto sagrado, o de otras obras que corrían en su tiempo; y en ambos supuestos, qué interpretación se le venía dando a la frase de san Pablo, y cómo se empezó a relacionarla con la forma de predi– cación de Jesús. Por este camino se podrá llegar - así me ]o pare-

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