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CON BREVEDAD DE SERMÓN... 133' Asiria, al que Acaz acudiera en demanda de auxilio (y en parte, tam– bién acudió Ezequías), convertido luego en opresor de Israel, ha de ser totalmente aniquilado. Una vez realizado este exterminio de Asiria, quedará libre el camino para la verdadera restauración de Israel. De ella trata ahora Isaías en los VV. 20-23. Pero esta restauración no se llevará a feliz término sino a través de un « resto » providencial. La gran masa del pueblo será rechazada. De nada servirán las ac– tuales o futuras alianzas con el poderoso Imperio asirio, que una vez. más se convertirá en opresor. La salvación vendrá sólo de Dios, en quien los supervivientes confiarán firmemente. Y será obra de unos pocos nada más. Aunque el pueblo de Israel sea numeroso como las arenas del mar, sólo un « resto » volverá a su Dios. Los demás queda– rán excluidos de la restauración. Dios lo ha decretado así, y la justi– cia divina ejecutará inexorablemente el castigo determinado. Sólo, por ese pequeño « resto » vendrá la salvación. Merece la pena leer todo el pasaje de Is. 10, 20-23, cuya tra– ducción literal ofrezco aquí, subrayando las palabras que hacen a. nuestro caso. 10, 20 « Y sucederá en aquel día: el resto de Israel, los supervivientes de la casa de Jacob, ya no se apoyarán en aquel que los hiere, sino se apoyarán en Yahvéh, el Santo de Israel, con firmeza.. 21 Un resto volverá, un resto de Jacob, al Dios fuerte. 22 Aunque ·fuese tu pueblo, Israel, cual la arena del mar, sólo un resto del mismo volverá. Decidido está ya el exterminio, rebosante de justicia; 23 exterminio y decisión que el Señor, Yahvéh-Sebaot, realizará sobre toda la tierra ». Debemos fijar la atención especialmente en el participio decidido (v. 22c) y en el otro participio, usado ahora como sustantivo, que traducimos por decisión, o sea, « cosa decidida, decretada» (v. 23a), los cuales han sido el origen de la evolución del pensamiento que luego, a través de los LXX, se. observa en Rom. 9, 28, y más tarde, por la Vulgata latina, en san Francisco. La raíz hebrea ~ara~ significa decidir, decretar, determinar, fijar un límite a un juicio, a una destrucción; y hablando de la vida hu– mana, su sentido es fijarle sus límites, abreviarla (cf. Job 14, 5). Tal vez por esta última derivación (presente también en la raíz latina con-cido, con-cissum), la Vulgata haya traducido así los vv. 22-23 (don– de subrayamos las palabras que más nos interesan): « Si enim fuerit populus tuus Israel quasi arena maris, reliquiae· convertentur ex eo; consummatio abbreviata inundabit iustitiam; consummationem enim et abbreviationem Dominus Deus exercituum, faciet in medio terrae ».

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