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CON BREVEDAD DE SERMÓN... 149 tan sencilla y llanamente como Cristo habló en su vida terrestre. No encubrirá con pomposos discursos lo que no ha conseguido hacer sustancia viva en sí mismo. La palabra será entonces breve, pero sen– cilla y fecunda; pues no solamente dará testimonio de un legí– timo saber, sino también de un cristiano vivir. Entonces será el fraile menor verdadero « pregonero » de la palabra de Dios, « coadju– tor » o ayudante de Cristo en su obra de salvación, porque ejercitará su ministerio a la manera de Cristo y en unión con Cristoªª. Siguiendo• estas normas, los frailes menores cumplirán la misión que Cristo les confió. Es el mismo Seráfico Padre quien define así esta misión : « Con este fin os envió [Cristo] al mundo, para que, de palabra y de· obra, deis testimonio de su doctrina » 34 • Concluyendo. A primera vista, san Francisco cita la frase de san Pablo, Verbum abbreviatum fecit Dominus super terram, en ese sentido material que parece tener en la Vulgata: el sermón del fraile menor debe ser breve, de corta duración, a imitación de la predicación de Jesús, que también fue breve. Pero en el contexto de la Regla JI,. cap. 9, esas palabras no miran tanto al tiempo que ha de emplearse en un sermón, cuanto al modo de pronunciarlo - siempre con humildad y sencillez -, porque las palabras del predicador deben nacer de un corazón sencillo y humilde, de un corazón poseído· plena y pacíficamente por El 35 • Cuando, pues, Francisco cita el ejemplo del Señor - porque « palabra abreviada hizo el Señor sobre la tierra » - mira al espíritu más que a la letra; a la sencillez evangélica en el modo de la predicación, más que a la duración temporal de la misma; a la unción interior que debe tener y sentir el verdadero predicador apostólico por su unión íntima con Cristo, más que a la materialidad de cronometrar los minutos de su ser– món. Con ello Francisco se muestra una vez más, también en su legislación, varón plenamente evangélico; y quiere, por lo mismo, que la predicación de sus frailes, en obras y palabras, sea también plenamente evangélica. 33 Cf. CELANO, ibid., núm. 172. 34 Carta al Capítulo General, Prólogo. Para todo este apartado he seguido el ajustado y fundamental comentario al espíritu del cap. 9 de la Regla II que tiene K. EszER, en la obra antes citada, Werkbuch zu,· Regel..., 224-225. 36 Esto me explica por qué nuestro beato Diego José de Cádiz, O.F.M.Cap., podía cumplir el precepto de la Regla respecto de la « brevedad de sermón», siendo así que· no pocas veces duraban los suyos una hora y aun hora y media (cf. SEBASTIÁN DE UBRIQUE, O.F.M.Cap., Estudio sobre la oratoria del beato Diego José de Cádiz, en Coll.Franc. 7[1937J 596).

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