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CON BREVEDAD DE SERMÓN••. 143 estrictamente diaria. Ni las circunstancias de tiempo y lugar, dado el tenor de su vida, se lo permitirían. No era fácil llevar siempre con– sigo un códice entero de la Sagrada Escritura o encontrarlo siempre a mano. Sin embargo, estos dos biógrafos certifican también que Francisco parecía un hombre que continuamente estuviera entregado al estudio de las Escrituras Sagradas 2 º; lo cual, aun quitando lo que pudiera haber de hipérbole, supone que la lectura de la Biblia no era en Francisco tan rara como pudieran dar a entender las palabras « de vez en cuando». Y de hecho, el uso constante que en sus escritos hace de textos bíblicos, a veces bastante raros para quien no es lector asiduo de la Biblia, demuestra que los libros sagrados, leídos directa– mente, constituían para su espíritu un verdadero manantial de vida. Deducimos, pues, que el texto de Rom. 9, 28, expresamente citado en su Regla JI, posiblemente lo encontró Francisco en la lectura di– recta de las cartas de san Pablo. 2. - Interpretación de Rom. 9, 28 al tiempo de san Francisco y sentido que éste le da en su Regla JI 1. Corrían en tiempos de san Francisco, y aun mucho antes, dos interpretaciones bastante comunes, refundidas luego en una sola - y totalmente apartadas de su verdadero sentido literal bíblico - de la frase de Rom. 9, 28. El padre É. Bihel2 1 las ha recogido con especial diligencia, remontándose hacia atrás hasta los primeros tiempos de la Patrística. Las resumimos aquí y damos a continuación de cada una 1a lista de los Padres y escritores antiguos que las sostienen, con indi– cación del lugar respectivo de la Patrología de Migne 22 • Primera. El « verbum breviatum » de san Pablo se aplica al miste– rio de la encarnación. El Verbo eterno del Padre, al encerrarse en el claustro, virginal de María y tomar en él carne humana, parece como quedar empequeñecido; en cierto modo, se limita, se abrevia. Y por eso, aunque la frase de Is. 10, 23 utiliza el futuro « faciet », repetido en Rom. 9, 28, era natural y lógico, una vez adaptadas esas palabras a la encarnación del Verbo, cambiar el futuro en el pretérito « fecit ». La obra de la encarnación realizada por Dios en el seno de María pudo, por consiguiente, describirse con la frase bíblica: Verbum ab– breviatum f ecit Dominus super terram. Esta interpretación aparece en las llamadas cartas de san Ana- w CE!ANO, Vida II, núm, 104; SAN BUENAVENTURA Leyenda, cap. 11. núm. 2, 2 1 É, BrnEL, Deux citations,,. (cf. nota 1 de este trabajo), 531-536. 22 Reproducimos las referencias de tomos y columnas de Migne conforme las trae el padre Bihel, loco cit,

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