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DEL ÁRBOL SERÁFICO 475 los capuchinos de Bruselas en 1866, con las planchas primitivas; el impresor fue probablemente Guillermo Roelofs; en esta edición se lee: « Inven. apud Capucinos Bruxellenses »; hay unos ejemplares en negro y otros en los que, a mano, se han coloreado los escudos y co– ronas, de acuerdo con las indicaciones que se ven en la tablilla correspondiente. La cuarta edición fue litografiada por P. Raoux en Brujas, 1881; de ella hay ejemplares en negro, en colores sin dorados y en colores con dorados; también aparece a nombre de los capuchi– nos de Bruselas 21 • Es indudable la relación que tiene este Epilogus con el de fray Vidal de Alcira; no nos atrevemos a calificar los cambios que en él se han introducido. ¿Los conoció fray Vidal? ¿Fueron, tal vez, indi– cación suya? ¿Fueron arbitrariedad de los editores? Sea de ello lo que fuere, digamos que en este Epilogus se desglosan los personajes nobles y se ponen en ramas laterales colocados en doce hileras con sus correspondientes escudos, que frecuentemente no coinciden con los de fray Vidal; se invierten las figuras dejando en la misma posi– ción las leyendas; se reducen las cartelas indicadoras de las refor– mas, etc. Pero generalmente los dibujos son los mismos de fray Vidal, aunque por ninguna parte aparece su nombre; con todo, hay que atribuirle el mérito principal de la obra, como tan lealmente se hace en el Epilogus de Oristano. 4. - « Arboles » de carácter particular Siguen ahora una serie de árboles seráficos, que tienen un ca– rácter particular más reducido, por cuanto corresponden a una deter– minada familia franciscana o se refieren a una época concreta de la historia seráfica. 1) Fray Vidal de Alcira publicó en 1652 su Arbor Fratrum Mino– rum S. Francisci Capuccinorum, grabado en Valencia por Juan Felipe Jansenio; sus dimensiones son de 176X124 cm.; se compone de doce láminas. Este árbol tiene doce ramas dobles, en las que aparecen los generales de la Orden, cardenales y nobles que pertenecieron a ella, los fundadores y varones insignes de la provincia de Valencia, de la que era alumno el autor, los religiosos célebres de otras provincias y los sabios y santos capuchinos. Va también coronado con una imagen de la Santísima Virgen amparando con su manto a un grupo de capuchinos. En tablillas fue– ra del árbol van las dedicatorias, el índice y los datos históricos y 21 HILDEBRAND, De Franciskaanse Boom, 5-12.

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