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Pronto salió la luna y el paisaje adquirió un nimbo ifopenetrable dérnisteí:'lo. ·Amarré el caballo a ·un .chapa– rro y, dándole la bendición, empecé a subir a pie la mon– taña, cayendo aquí, levantándome un poco más allá. Ciertamente, me encontraba estropeado después de dos días de viaje, sin brújula y hundido en las tinieblas.. Me desplomé desvanecido. Recobré el conocimiento y em– prendí cte nuevo, . jadeante, la penosa marcha siempre hacia.¡ 1rriba ¿Habrá cerca .alguna casa?', me preguntaba a pad_a paso. Y la pregunta qu~daba sin :respuesta. Nadie respiraba Jm aquella profunda soledad. Por. segunda vez me desvanecí y vo.~ví a reanudar la marcha igual que un forzado, flácido, extenuado, lleno de arañazos, sudo– roso ... En esto tropecé violentamente con una masa<in– forme, rodandopor el suelo. Doy laluz a la linterna de mano. ¿De qué se trataba? ¡Er~ una vaca lo que se ha– !)ía interpu 0 ésto .en el camino! -"-¡Ah! Señal indudable de que .. en estas proximida– des habrá algún cobijo .::.;.:musité-"-; Pero no; nada se percibía en derredor. Sigo un poco más... Al fin alcanzo las primeras viviendas. Me hospedé en el domicilio de un caritativo amigo. Reconfortado con café caliente, so– licité un caballo. Para desventura mía todos andaban sueltos por la sabana. Nada podían hacer en mi obse– quio. Aunque maltrecho y descorazonado, estimé que lo procedente era llegar a Upata del modo que fuere para no privar a los parroquianos de la comunión del primer viernes de mes. Ya me repondría. ¡Dios lo quería asil Salí otra vez al camino, y a la media hora tropiezo con una casa que me sorprendió, porque no recordaba hubiese otras en aquel trayecto. -¿Iré extraviado? Llamo a la ·puerta y ¡cuál no sería mi estupor al re- 47

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