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quitos ¡'j~jén", que nos dejaron cara .y manos como. una zaranda en cosa de un minuto. Tenía yo por leyenda las noticias oídas en España de que aquí los ríos, en un abrir y cerrar de ojos, venían rebosando y se secaban. Lo pude comprobar al vadear el Pícura, que el día anterior llevaba una crecida fragorosa. Las tormentas tropicales descargan con tal violencia que, a las pocas horas, las quebradas semejan torrentes desbordados. En cambio, veinticuatro horas más tarde aparecen secas. 7.-PUEBLO ENCANTADOR QUE VA A LA RUINA. Divisamos Guri y, apenas los gurianos divisaron nues– tra llegada, que esperaban con impaciencia, echáronse a repiquetear las campanas. ¡ Qué ganas tenían éstas, tanto tiempo silenciosas, de saludar al misionero! Ánt~s_,. de desmontarme yame vf rodeado por una multitud_de chiquillos que me miraban extáticos, con los ojos salientes, sin pestañear, como que querían acercar– se y no Se atrevían... Era para ellos un bicho raro... Bajé a tierra y les hice algunas caricias. Pronto se familiarizaron hasta hacer piruetas ,y cabriolas alrede– dor de mi, locos de alegría y contento. Al volteo de las campanas y griterío de los muchachos fuéronse acercando las personas mayores. Nos dirlji– mos todos a la iglesia, rezamos el Santo Rosario y les exhorté a ser asiduos en esos días a las funciones religio– sas :¡:>a,ra escucha{la dÓctrina pistiana, y me quedé lar– go rato enseñando cánticos religiosos a los niños. Guri es .un pueblo de . posición encantadora y una re– miniscencia de la floreciente Misión capuchina. Situado 40

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