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Juan aún resguardan centenares de techos en rnuch~s poblaciones de El Interior, los co11sistentes ladrillos triangulares y 'rectangulares de una vara de largo, ·· el famoso convento ' de Guasipati, que durante años s1rv;ó de cuartel después d.e la guerra emancipad.ora/ y otras muchas obras de las que aún quedan vestigios, y de las que ni vestigios quedan, pero por los documentos nos constan que se hicieron, ¿nada dicen? ... Los benditos frailes no tienen la culpa de que la moderna incuria ha– ya dejado p-erder obras . de valor -no digo que fueran monumentales, pero sí uha gran cosá .en :una .civiiización incipiente. Consta, además, que tenían establecidos grandes ha– tos y haciendas para la manutención de los pueblos que habían levantado, el ganado .de cuyos hatos sirvió q.e auiilio al ejército libe1:tador. · Luego sLdejaron los Misioneros Capuchinos. Mas, aun– que nada hubieran dejado, la sola razón de Duarte Le- - ' vel es suficiente por demás para que todo amante de Ve– nezuela respete y bendiga la labor de los Capuchinos en Guayana: "Sobre la tumba de los Capuchinos -'-dice-, Venezuela está obligada a depositar coronas de gratitud y agradecimiento. Esos frailes salvaron la integridad de la patria. En nuestra cuestión de Jímites con la Guayana Inglesa, el único .•. sólido e incontestable argumento ·qu,e pudimos presentar para justificar nuestro derecho sobre Guayana fue 1a obra que allí hicieron los Misioneros; A ellos les debemos no haberlo perdido todo. Hasta donde llegaron los religiosos en su misión evangélica, puede decirse que llegaron nue~ti:as fronteras . AL plantar la cruz, fijaron los Underos cíe Venezuela". Creo que el lector &abrá ·disculparme esta cl.igresión en favor de mis antepasados los misioneros Capuch1rtos 33
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