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Alli nos atiborraron a preguntas, a vasos de cerv~za, a copas ; de champagne... Yo :in.e sentía con el aturdimiento de un indio salvaje que cae de sopetón _ en una populosa urbe. Contestaba, es verdad, a todas las preg·untas que los reporteros de pe– riódíco me hacian, pero creo que no puedo ser hOf res– ponsable de ·los disparates que en aquel estado de áni– mo contesté. De allí nos llevaron en cón:ióéia; lemosina a la policlí– nica de Maracay para Ún min.u.cfoso reconocimi~ntó de nuestro estado •,de salud. Nadie necesitó hoSpitaliza:ción, excep,to fa señora Lina :vallés, a quie:ri debíawcolocar el femur - en síi propiÜ rugar, "operación dificil 'que a lás veinticuatro horas es vieja", dictaminó el :inédicO, y .pa– saban· ya veintiún días: ·con 'fodo, '-lógraron vólverlo"'a 'SU sitiof mas no pudieron hacer que· recobrara el juego nor– mal: Cinco años despueS vi a dicha señora en Tuméremo y andaba -eón auxilio de una muleta: Marcanó .y yo nós dirigíamos a la casa qué él tenía; y allí cdntinuó la afluencia de génte ávida de vernos y de felicitarnos. ¡Cosa 'rara! . Yo salía 'de la Misión para l'eponerme en .•iurneJ:emo ele las fiebres palúdicas -. que .me -~staban agotando. Durante los días· de ''extravío en la selva no senti el rilenor síntbmh:''de flébre. · Llego' á, Maracay y·'me sobréviJhe un ataque .pálúdico con. fiebre de cuarent'a gració~ centíÚad.os, negando al . delirio, pues dl<lén que cuando estaoí/ bajo esta acción c011Úitosa llegaron a vt.. sitarme dos hermanos mios de hábito, procede:rites dé la casa <qtie tenemos en Valencia de Venezuela, mas yó no tengo reminiscencia de -·haberlos visto. Pero estaba junto, á- la ciencia y junto -a '· la', medicina; Pronto · hicieron que 297

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