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to a fa: vista-, ·y después que nos habían visto y .palpa– do, ·se alejaban gritando: ¡Los han salvado! ¡Los:• hah salvado! · 5.-VOLANDO Ol'~A VEZ. Co!Ilo el viaje por tierr¡¡, desde El . Dorado a la base <le Tu~eremo e~a muy largo y .escabroso, et a~regado '· .. . . ' ~ naval de la Embajada norteamericana,. capitán Jerome, desplegando toda la habilidad y pericia adquirida en su . pr9tesión, acuatizó con un anfibio sobre el estrecho cauce del río, llevándonos a los supervivientes de la ca– tástrofe en .,dos .. viajes sucesivos. El despegue. del hidro era u11a maniobra verdaderamente técnica y sorpren-– d~~te, pues ~nVe la ,,punt~ de l~s aÍ,as y Jos .árbqles dé la orma apen'as quedaba~ tres metros por c,ada )ado. , - ,•,' '\ .. , . ' .· '. ; ,'•,•' . ·' ' ·._.· ' , ... ·· ... ··,· ·, No.. dejó de ser impresionante el hecho de embarcar– nos otra vez en un .avión .recién salidos de la. catástrofe: A .los veinticinco mi;nutos de ,vuelo estábamos en . Tu'– mere¡no. Campo .abarrotado. de gente. Axiones aqui y allá, descansando de su.s , continuos raids, con las ,alas extendidas como los cóndores cuando se posan sobre una peña a tomar el sol.. parecían sentirse satisfechos del trabaJó .realizádo en nuestra búsqueda. Allí fuimos trás– fadados a un bimotor· de Já Línea Aeropostal Venezola– nB, 'que,: en vuelo directo, nos ' puso 'a las tres .hor'as i•'sobre la base de Maracay, centro de .w RepubUca y aefohuerto de la capital 'dé Venezuela. El !gentío que nos águardaba era inmenso; la expectación; ehornie. Nunca me · imaginé que'' nuestro aécidente hubiese despertado tal ansiedad; pero tampoco me fue extfaño, j:)Órque en él iban envúe1.:. tos dos notables neoyorkinos y, sobré todo; 'él p6pulari- 295
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