BCCCAP00000000000000000000817

dUra al posarse sobre lás ramas de los árboles para exa– minaí- el objeto de su Tefocilamiento o al desprenderse para bajar hasta la presa. Una vez que llegan a ella, no la atad~h de in'mediato, siho que empiezan a dar saltos alrededor, mirándola con uno y otro ojo, torciendo el pescuezo, hasta que · al 'fin, uno se decide a dar el primer picotazo, y prosiguen los demás, hincando sus' garras en el cuerpo fétido y dando fuertes halónes con ·el pico. Es inútli espantarlos, pues"no se separan sino lo preciso pa– ra no ser alcanzados, y vuelven 'tan pronto como se les deja sitio. Es maldad disparar un tiro, porque no huyen áunque 'caiga uno de ellos muerto, y su carne par'a nada sirve, porque es dura, negra y hedionda. Por eso corre un ada'.gio en Venezuela de que hacer un trabajo o gas– to inútil es gastar pólvora en zamuro. Buenas ganas me dieron a veces, acuciado por el hambre, de matar uno para aplacar los gritos del estó– mago, pero siempre me horrorizó y pudo más la idea de que 'seres que profanan cadáveres humanos no merecen ir a estómago vivo, itunque se halle éste rabioso de ham– bre. Pero era cosa que traspasaba el alma de dolor con– temblar a la 'fuerza el desgaframiento que hacían sobre el cuerpo de un compafíero. Cada uno sentía en sí mis– mo los picotazos. 11.-BANQUETE DE MORROCOY EN SU CARAPACHO. Puesto que me habían aliviado del trabajo de hervir el agua, quise tomarme otro que no nos era menos nece– sario a todos; y fue hacer un chocolate para meter algo caliente'. en el estómago. ¡Hacía ya cinco días que no 264

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz