BCCCAP00000000000000000000817
otro enser de cocina que el potecito de .tamales, el cual hacía un cuartillo. Clavé unas pequeñas estacas en el suelo; sobre esas estacas puse el pote con .agua; .. prendí fuego debajo, y a fuerza de soplos la hice hervir. Des– pués• que. se. enfrió, se la serví al primero, .repitiendo la misma operación, para el segundo y para el tercero.... Cuando llegué al último, ya el primero tenía de nuevo sed.. Compadeciéndose entonces ellos de mi impt'obo tra– bajo, resolvieron tomarla asimismo con la sustancia de las moscas, colada sólo por un pañuelo. Lo milagroso fue que. uo uos hiciera daño. ¿ Y aún hay quien no crea en la intervención de Dios.? Pues que explique, de .otro modo, la fortuna del accidente, o la desinfección de las heri– das, o la resistencia al. ham.bre y a la sed en tales cir– cunstancias, o, si no, este caso. 10.-INSECTOS Y ZAMUROS. la caída. del aguacero vinieron, a hacernos compa– ñía las moscas . del cadáver que, no sólo. infectaban. el agua, mas nos daban l:larto que hacer con su atrevida importunidad, posándose en cualquier parte que halla– ban descubierta de nuestro cuerpo. ¡Y la necedad. de dichos insectos que cuanto más se los espanta, .más ter– cos son en volver! También ann-recieron unos pájaros inmundos, los za– muros, que ,,,.n los buitres de la selva amazónica, los devoradore;, :,e cuanta carroña desechan o dejan podrir los otros ammales. En ese caso venían al .olor del cadá– ver insepulto. Su tamaño. es como el de. un pavo, color negro,. patas grises,. pico ganchudo. y cabeza calva. Pro– ducen un ruido sibilante con sus alas de gran, €,lr!Yerga- ., 1' 263
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz