BCCCAP00000000000000000000817

de que no había lefi.a amontonada y que los aviones po– drían aparecer en cualquier momento. ¡Arriba de nuevo! Acrecenté la hoguera, y aparecieron luego los aviones, y prendí fuego, y cruzaron éstos reiteradas veces para arriba, para abajo... y llegué a ver a uno por entre los resquicios de los árboles..., el corazón se tne saltaba y quería gritar, y los aviones se fueron ... se fueron para no volver, y yo, cansado, desconsolado, extenuado, me fui a acostar bajo el ala hospitalaria que .me ofrecía por cama el duro suelo. 5.-UNA HERIDA HIRVIENDO EN GUSANOS Amaneció el día tercero sin agua, sin comida y sin esPeranza de ser rescatados. ¡¿Cómo lo íbamos a ser? Lo más que podían los aviones era 'localizarnos y dar aviso para que se organizara una expedición de .gente por tie– rra, que no tardaría menos de dos días en llegar hasta nosotros. Los .comisionados de buscar agua, si no han pe– r.ecido y han logrado .dar con el río Cuyuní, tampaco es– tarán. de regreso antes de esa fecha. iEl horizonte era aplanador! La noche había sido toledana. Mr. Armstrong Ferry surgió. como a las diez de su letargo, pero sin recobrar el conocimiento ni el habla, y no hizo. más que dar vueltas Pol'>flL suelo, trayéndonos a todos en jaque. Adern.ás, el cadáver había entrado ya en descomposición enviando de cuando en cuando unas oleadas de aire tan fétido que nos mareaban. Por si esto fuera poco, notaba yo a mi la– do otra hedentina especial que me hacía temer par las heridas de mis compafieros. 256

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz