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Apenas ' concluí la ceremonia' de conducción del cadá– ver, volvióse a oír el ruido del avión que regresaba de la Sabana. Volvió a nacer la esperanza en nuestros co– razones, y la alegría brillaba en nuestros ojos con tal fuerza que los tripulantes podrían ver su fulgor sl mira– ban para abajo. Prendí de nuevo la hoguera y empezó a surgir _el humo más denso que ai1tes, porque había amontonado más materia verde; -pero el avión pasó sin dar señales de habe,rlo visto. .La .espesura se interponía como _un- manto forrad<? con tres dobles, imposible de perforar. Hay en esta selva tres ;:tl'.borizaciones: la de las matas pequeñas, la .de los .a~bustos y la de los árboles gigantes. ¡Aun gustazo, un trancazo! Al júbilo de sentir la pro– ximidad de auxilio, la tristeza de su fuga. ¡Veinticuatro horas de hambre, de sed y de infortunio!. .. Volvemos a acostarnos eri el suelo, ·a haéer cábalas; a . trazar planes, a leVantar castillos .en el aire.... 4;-CINCUENTA. GRAMOS DE MAIZ. La angustia de no tener agua _con que aplacar la sed de aquellos pobres enfermos.. me ponía nervioso. Me levantó, me __ meto por la espesuradel bosque, aoar– to 1 Ú;~as y bejucos, sig~ co~ trabajo a ver si encue~tro un ai'r~yó.'e10:.. Me detengo; oigo com.o pisadas sigilo– s_as... D?y un 5 r,ito,; nap.ie m.e responde. rengo miedo de perderme, de ser devorado por una fiera, de dejar a .los otrós desamparados. vuelvo · hacia a'trás.. . ·,' ·. _-·. , ~¿No .ha encontrado agua? -pregunta Lina Vallés. -¡Nada! Soledad y miedo es lo qué hay por ahí. 254