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2.-JlUIDO DE AVIONES. Un ,ronroneó continuado y nionótono ronroneaba en la lejanía del espacio. -¡Los aviones! ¡Los aviones! Voy a 'prender la ho– guera. Afortunadamente ten :ía fósforos. Pero la leña no "que– ría arder; estaba húmeñ.a; y encarándome con ella, dlje: - ¡Húmeda! ¡Y nosotros mu.riéndonos de sed! ¡Qué sarcasmo! Pero, deja, que pronto desde arriba nos zum– ba,rán una .cantimplora de agua .helada. Fui donde el avión destrozado y arranqué unos peda– zos de tela, la cu.al e1'.a inflamabie por estar pintada al óleo. Los .zumbidos .· del aparato .~e oían cada vez . más cerca. El fuego coge~uerpoy el humo empieza ·ª Sllblr espirale~ de ) ~ca alegría, .. Se disipa al chqcar contraJas tupidas ramas. Atizo con garbo la hoguera, queriendo empujar el humo para que suba más aprisa ... El ·a~ión ronca ya encima de ·nosotros. Lévanto los ojos y husmeo :por entre fa entámada; no encuentro espacio para verlo. El ·humo queda ·aprisionado por las copas. Pasa el avión. Cojo la escopeta y hago ·un disparo: El avión sigue ade– lante... , se aleja y el ronquido ... , se extingue... ¡Silencio en la selva! Pego una patada a los lefios que ardían, 'como cuF pando a ellos_,, de,I fracaso, y voy a . descansar un rato al lad,o de Marcano. - ¿Qué ·hay? -me preguntan todos con ansia. .:_¡Mala suerte! ~contesto-'-!' El avión pasó le largo como una flecha. Por el ruido, me pa,:ece •que ha ido derecho a 1a:·gran Sabana. Pero ··seguramente estará de 251

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