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si me atrevo a •decir seguridad, de encontrar rio es ca– minando hacia el Este, pues el Cuyuní baja por ese la– do . de Sur ,a Norte, y, como por ese río trafican con fre– cuencia lanchas que suben hasta las minas de Morajua– na y Carabobo, pronto tendríamos el auxilio a mano. Pe– ro no puedo precisar si dicho río .se encuentra a dos o tres días de jornada, porque la selva es muy espesa y no tenemos machete con que abrir paso. Así que .lo primero y miís esencial es buscar una quebrada en estas cerca– ní.as para abastecernos de agua; luego se andará lo de– más. Les entregué una brújula que portaba siempre en mi bolsillo para que se orientaran mejor, y salieron los tres : Salazar, Fuenmayor y Mendoza, en busca de agua. Mientras tanto., yo me puse a atender a los heridos. Marcano y Mr. Grab yacían acostados en el suelo a la intemperie. Aunque estábamos en la estación más seca del año, un aguacero podría presentarse en cualquier momento ; por tanto, había que buscar o hacer un refu– gio. L~ cabina del avíón estaba de todo en todo inservi– ble; los barrotes, apabullados y retorcidos; la tela, hecha Jirones de arriba abajo y de adelante atrás. Un ala era lo que ofrecía aspecto régular, la cual estaba enteramen– te desprendida del aparato. Puse unas maletas en posi– ción vertical, y sobre ellas levanté el ala dicha improvi– sando un cobertizo, debajo del cual acosté a los heridos sobre unas mantas tendidas en el suelo. Al cuarto el.e hora hago un disparo, según lo conveni– do, .el cual es contestado puntualmente. 243
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