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chispa que saltara sobre los residuos de gasolin a en los tubos de alimentación, que probablemente se romperían al chocar· contra la jungla o contra el suelo, podía ori– ginar un incendio. Llega con el aparato cási hasta las copas dé los árboles y, en lo que agotó el último recur– so, lo entrega a la ley de la gravedad. 4.-COLGADO , DE UN BARROTE. ¿Cómo cayó el avión por entre los árboles? No. _lo sé. En. la vertiginosidad de la caída perdí el conocimiento, y me despertó la conmoción de una sacudida violenta contra el suelo: ¡ Estoy salvo!, fue la primera idea que vino a: mi ro.ente al despertar de aquel letargo de un segundo y te– ner conciencia de que existía. Mas, ¿dónde y cómo estoy? En lo que abrí los ojos, vi tie~·ra bajo mi .cabeza pero no llegaba ar-ella.. Me . ha– llaba colgado de al_go, en posición invertida. Momentos después fuf apercibiéndome de las cósas éom:o se apercibe elque es arrojado violentamente en un, cüarto óscuro donde entra cierta luz por las rendijas. Reconocí el aparato, clavado , en el. suelo en posición vertical, hecho una masa informe, asaetado por troncos y ramas. Yo pendía de él cabeza abajo:-- a dos metros y medio del suelo, como un simio del árbol cuando hace graciosas y ágiles piruetas. No tuve valor para celebrar mi gracia. ExtendLla mano, logrando asirme · a uno ,de los barrotes de lavió.n, y, merced a esto, llegar has~a la cabilla retorcida, que me sujetaba el pie derecho. por su misma garganta. Pude soltarlo, aunque me costó traba– jo; pero no tenía; herida riL allí ni . en parte-,alguna del cuerpo. 235

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