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fu ~rz'a 'c~ntra 'el 'suelo paí·a que i.i' muerte fuese instan– ta11ea. . .Una ,~~z , bajo .• las nubes, volvió a contener el apara– to. De los 2.000 metros a · qué nos encontrábamos; había– mos descendido a los 800; ¡Situación • horrorosa! Nos hallábamos flotando inde-' cisamente en un espacio tétrico, cubierto por la mara– ña de ,:pubes co:rnpactas, _color _grisáceo, y por la. imnensa, verde y 'tupida s'elva. ¡Una a favor, por cien probabllida– deis en' contraf Uná_a favor: ¡La protección de Dios! ¡Ni un claro que ríos permitiera ver btro rayo de esperanza! · A El me acogí en nombre de todos'.' En esto, se oye la voz lúgubre del copiioto: "jCudtro galones!"; dando. a 'entender que sólo quedaba esa can– tidad de gaso1fria ·' en ·el tanque, para que el ' piloto supie– ra a qué atenerse. El' piloto 'mira y remira tratando de localizar algún rio para qué'l'a caída en el agua sea menos mortal · que en.tré lds árboles... 'Los pasajeros ie seguimos ansiosos, ¡ en silencio! 'i ·; Voz 'lúgubre del copiloto: "¡Tres · galones!" " El rádiotelegráfista abandona el aparato y se dirige° a la portezuela de atrás, encóhtrándose con las mira'das inquietas, penetrantes de lós pasajeros... ¡Nadie interro"' l - · : .\ Voz lúgubre del copiloto: "¡ Dos galones!" El aparato se :. tifü11;cea inconsta'nte ''a .·unó y , otro la.do . cómo un toro herido que va perdiendo el equilibrio ' en propórción ~~ese le acaha·'·1asangre.. :· Hago el áctó de contrición... "En tus manos, Señor, encomforido. '.:- Vói desesperante del ~opiloto: "¡Un ' galón!" Sereno, el pilóto desconecta el ,carburador. No 't,~nia ya objeto al n~ .haber esencia en los .ciiindros, y una 234

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