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···--Mfra: .a,horá 111!.súio te tom.as 'estas dds píldora~ amd– dllas (las la~ai1t;cs ; ina11ána, al salir . el sol, toili.as 'una tableta bl~n<:r 'üa quinina} y otra ' al fueterse;l,o miSlnO harás al otro día y al siguiente. Parece que •. el indio .· cumplió con exactitu& ,rnatemáti'– ca mi rec'eta. Mi diagnóstico er~ de qu·~: :estaba t~bercu- • J __ ' . .; . ' ;¡ <- . ' '"¡_'; ,·:y,. .· ·.1,~-= '_\, -_'._ é_)_;· loso rematado, quizá fuera, un paludismo agudo lo que le aquejaba. 9.-~¿noNDE LE PICÓ? :)' Past lá noiche, y 'por<'.la mafiana como me encoptr~ba más .cercadela Misión de Lu'epa q\le ,de la mía, 'me en~ cami'né ,hacia : ella. Atr.a'vesamos . el río. AP~~huao, y co,- .. -_·¡_r. :;: '' '.-<:.· ·' <:_ , . . ---·: f rría que daba gusto con mis piés' descalzos pór el alfoin- bra·cio y anchuroso valle, adelantándome a ·los indios que me acompafiaban. En esto, siento que' piso üná cosa blan– da, einstintiVamente,doy un brinco como no lo haria,creo el mejor . acróbata. Sigo .corriendo un trecho; me paro; vuelvo la vista atrás ..., ¿qué era? Mis indios, que venian · a la zaga, hieráticos, del color de una pared de estuco me preguntaban: ~¿Dónde le picó? -¿Qué? ¿Quién? ¿Cuál? -dije aturdido. -La culebra. - No sé; nada he sentido. Suelta uno el guayare, busca despacio por entre la hierba, halla el bicho y le asesta un golpe de vara certe– ro. ¡Cayó el animal! Era una serpiente cascabel enorme, de seis anillos o maracas. Al pat·ecer estaba despreveni- 225