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llevaba en el bolsillo para que me quisiera más. Empe– cé . a adoctrinarlos intercalando cánticos .religiosos, .. ,Y ,en esta tarea•nos sorprendió la noche. ·. Por. la mañana ,,temprano , les .celebré d a santa,:; Misa y reanudé el viaje con tres •indios,más de este Jugar; que se me agregaron por solo. el placer de , acompañarme ese día. Nada de especial ocurrió durante él, salvo la caza de un paují que uno de mis indios obtuvo a medio día en un ,pequeño monte que atravesamos, con el cual hici– mos una refección suculenta. Es el paují una especie de pavo blanco y negro con cresta moteada. 5.-CAZA DE BACHACOS. · A las cinco de la .tarde llegamos al caserío de Iuore– ·parú y me detuve ante el primer rancho. -Yaré man, dako (aquí estoy, cuñado) dije metiendo la cabeza por la entrada oscura del tugurio-. La ,pala– bra dakó, literalmente traducida por cuñado, es expre– sión de cariño· entre ellos. -'-iKore, patre ichí! (¡anda, si es ·el ·padre!), contes– tó la voz de uno acostado en la hamaca que, al parecer me conocía, o lo barruntó por la barba. -¿Cómo estáis -les pregunté. -Bien, respondió el mismo. ¿Y a qué has venido? -Pues a veros, a hablaros de Dios:·: de la' Santísima Virgen y a cantaros cánticos 'reÚgiosos , bonitos. Y ··. por ahí me metí de lleno en la expli¿~ción doctrinaria, aprovechando el pocó tiempo que iba a estar entre ellos. Por la noche colgué la hamaca deritro del rancho en cÓnfusa mezcla con los intlios. . El ronquido de éste, el chirrido de aquella hamaca en su mecimiento, el ambiente recargado de humo y de 168

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